jueves, octubre 04, 2007

Señales de alerta en la economia

jueves 4 de octubre de 2007
Señales de alerta en la economía
EL Gobierno puede seguir diciendo que aquí no pasa nada y que el crecimiento económico seguirá rondando el 4 por ciento los próximos trimestres, pero lo cierto es que se multiplican las señales de cambio de ciclo, avaladas por los últimos informes y estudios del ICO, Caja Madrid o Standard & Poor´s. Al crecimiento de la morosidad bancaria, la primera suspensión de pagos de una inmobiliaria, la caída en la matriculación de automóviles y el aumento del paro registrado en lo que va de año, se sumó ayer un desplome de la confianza del consumidor, que cayó 6,3 puntos en el mes de septiembre, por quinta vez consecutiva, hasta situarse en mínimos históricos, según datos del Instituto de Crédito Oficial. Un dato importante porque se utiliza habitualmente por los especialistas para anticipar la tendencia del consumo y del crecimiento. Es sólo un dato cualitativo que refleja lo que ha cambiado la percepción de los agentes sociales sobre su situación y previsiones, pero esta percepción suele venir acompañada de un cambio de comportamiento que se habrá de traducir -así al menos lo predicen las correlaciones estadísticas históricas- en una caída más que moderada del gasto de las familias.
El Gobierno sigue escondiendo la realidad y tomando decisiones de política económica que se compadecen mal con la situación real. Sigue pensando que las arcas están llenas y que puede repartir su contenido graciosamente para asegurarse la reelección. Esa es la mejor receta para que la inevitable desaceleración se convierta en un prolongado estancamiento a la italiana. Se olvida voluntariamente de que somos una economía intensamente expuesta al ciclo inmobiliario y altamente endeudada, dos condiciones que, como resaltan todos los observadores internacionales, nos hacen más vulnerables a los acontecimientos externos y a la prolongación de la crisis de liquidez y confianza que tiene en jaque a los mercados financieros. Cuando hasta el BCE ha tenido que reconocer la realidad, modificando su política monetaria e inyectando dinero en el sistema, aquí nuestras autoridades siguen negando la mayor, embarcadas en un despilfarro populista que en nada fortalece la capacidad de resistencia de la economía, ni mejora sus capacidades competitivas, ni contribuye a sentar las bases de un crecimiento más sólido. Se ha perdido tiempo, toda una legislatura, sin reformas estructurales de calado y erosionando la unidad de mercado. Hemos dejado de ser la niña bonita de los inversores y nos llaman la atención desde las propias instancias comunitarias, que antes nos ponían como ejemplo. Ahora, cuando las aguas bajan algo turbias, el Gobierno se permite incluso el lujo de mirar para otro lado. Quizás huya deliberadamente de la palabra crisis para no convocarla.

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