lunes, octubre 15, 2007

Santiago Abascal, Apologia de la España crispada y defraudada...

Apología de la España crispada y defraudada, la que no se resigna
Santiago Abascal

Lo de apellidar a España y al patriotismo es ya una moda hortera y pertinaz. Ahora Zapatero ha tenido la ocurrencia de atribuirse "la España serena" para ilustrar... la que él ha enfrentado.15 de octubre de 2007. Serena, en calma, tranquila, pacífica. Nada hay que oponer a esa España que todos deseamos. Nada, hasta que caemos en la cuenta de que el adjetivador de la horterada, el cantor de la serenidad nacional, es el mismísimo presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, en cuya legislatura agonizante nos han crecido los enanos en forma de naciones, nacionalidades, nacioncitas, acompasando el nacer de un rosario de estatutitos pretenciosos que se quieren comer a España por las patas. Nada que objetar, por tanto, a la España serena si logramos la proeza de olvidar los dos refrendos secesionistas con fecha en Cataluña y País Vasco; si miramos para otro lado ante la quema ingente de fotografías del Rey y de enseñas de España; si obviamos que la banda criminal a la que el Gobierno prometió el oro y el moro de los españoles ha vuelto con ánimos renovados, por sus fueros y sus independencias, a cobrarnos el peaje de las imposibles promesas del Gobierno; o si no nos damos por enterados ante una ley de venganza histórica que pretende a golpe de reproches, tergiversaciones y taliones resucitar las dos Españas.La España serena de Zapatero no es sino la España cainita que viene con las facturas ancestrales y el puñal bajo el gabán, la España cobarde que se rinde ante los pistoleros y asesinos; la España invisible que ahoga su voz ante chulescos feudalismos nacionalistas, la España meliflua, floja y pusilánime que no defiende a su Rey. La España serena es solo la España de ZP, la de la imposición nacionalista, la de la pira republicana, la del terrorismo rentable, la del odio al hermano. Ésa no es nuestra España. Por eso, a quienes hoy, sin necesidad de disimulos, de tibiezas, de cuchicheos cobardes y de bajezas, nos identificamos con España, a secas, a quienes amamos a nuestra Patria, a quienes somos partidarios de España, sólo nos queda la apología de la España crispada, exasperada y defraudada, porque ésa es la España que no se resigna, la que se resiste a morir ante el ataque perpetrado por pirómanos separatistas, por los liberticidas, y por los cafres, mientras un presidente pánfilo (entiéndase amigo de todos) mira al cielo y canta a la España serena. Vaya serenata de legislatura.

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