miércoles, octubre 24, 2007

Quintano, Alcaraz y la sonrisa de lobo

miercoles 24 de octubre de 2007
Alcaraz y la sonrisa del lobo

IGNACIO
RUIZ-QUINTANO
EL pensamiento, según Popper, comienza con la mentira, y con la mentira comienza la zetapolítica, que consiste en pensar que «todo se puede decir con una sonrisa», que es la última bernardina del caballero de la Zeta, ese anzuelo publicitario que tiene a los articulistas chistosos escribiendo como las criadas de los Quintero.
Aun amenazado por Wittgenstein con un atizador, Popper sostenía que el lenguaje nace de la broma de gritar «¡Que viene el lobo!» siendo mentira, de donde surge el problema de la verdad, y con él, el pensamiento. En el entorno electoral de Rodríguez, por ejemplo, piensan que ahora hay que gritar «¡Que viene la Eta!», pero la Eta no acaba de venir nunca (como en los combates de tongo, mantiene la apariencia de la pelea con su «jab» de izquierda, pero sin soltar la derecha, siempre amartillada), pues, si la Eta viniera, Rodríguez tendría que irse, cosa que no interesa al lobo, salvo que en el camino -«el proceso», en lenguaje zetapolítico- se nos vuelva oveja. Después de todo, todo se puede hacer con una sonrisa, que en la mala literatura moral es el principio del perdón.
Lo que a Foxá le fascinaba del cuadro de las lanzas era la sonrisa del marqués de Espínola recibiendo las llaves de Breda, porque en esa sonrisa, elegante y bondadosa, se encierra, decía él, la espuma y flor caballeresca del diecisiete español. Luego está la otra sonrisa española: la del pícaro, la del bufón, la del gracioso, en cuya mezcla habría que buscar las raíces de la actual sonrisa zetapolítica, hasta encontrar en el alma de Rodríguez lo que Zaratustra llama «los más profundos monstruos joviales». ¿Cómo ignorar la jovialidad de las bernardinas de Rodríguez? «A humilde a mí no me gana nadie», «En Asturias se duerme fenomenal» o «Todo se puede decir con una sonrisa», que no es la sonrisa zen, esa sonrisa en el ojo de la mente que en el Rastro te venden los del Tao.
-Rara vez la ironía, que es de genealogía patética, no termina en drama -anotó en sus memorias Ruano-. Esto es como la sonrisa, que no es de la familia de la risa, sino de la estirpe del llanto.
En la España de Rodríguez podrá decirse todo con una sonrisa, pero a Alcaraz, que dijo que negociar con la Eta es una vergüenza, le ha caído encima un aparejo de abogados acusándolo de injurias al Gobierno. Es decir, que, primero, el nacionalismo te envía a sus «hombres de paz», y después, el Gobierno te envía a sus abogados. Alcaraz ya podría hacer suyo el lema de Giordano Bruno: «In tristitia hilaris, in hilaritate tristis.»
¡Injurias al Gobierno! La América de Johnson, bastión, como todo buen marxista sabe, del fascismo mundial, fue el único país occidental que permitió representaciones públicas de «MacBird», obra en la que Johnson asesinaba a Kennedy para erigirse en Presidente. Dicen, por cierto, que Johnson era un maestro en inventar historias que pasaran por hechos reales. Rodríguez, también. De su puño y letra sería el preámbulo de la Ley de Memoria Histórica en virtud de la cual por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas. ¿Demiurgos o embusteros?
Al embustero, explicó bellamente el mejicano Julio Torri, le sirve el mundo real como un boceto. Seguramente que es más meritorio no disponer de tal boceto, y ésta es la razón de por qué el demiurgo es superior al embustero:
-El embustero, con un solo dato, reconstruye una historia, del mismo modo que el sabio, con un hueso, reconstruye a un animal antediluviano. El sabio procede por semejanzas comprobadas; el embustero, por intuiciones. Aquél, además, trabaja con propósitos científicos; éste, sin propósito alguno: su arte no tiene finalidad fuera de sí mismo.
Pero el periodismo de progreso quiere hacernos ver en Rodríguez a un demiurgo semejante al Claudio de la ficción de Robert Graves o al Napoleón de la realidad del Código Civil, cuya misoginia es consecuencia de las visitas relámpago del general a la comisión codificadora: a Napoleón le iba con Josefina como a Sarkozy con Cecilia, que no son Sonsoles, precisamente.


http://www.abc.es/20071024/opinion-firmas/alcaraz-sonrisa-lobo_200710240302.html

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