jueves, octubre 04, 2007

Primo Gonzalez, El BCE, mas acomodaticio

viernes 5 de octubre de 2007
El BCE, más acomodaticio Primo González

Los redactores de las notas oficiales en las que se reflejan las resoluciones del Banco Central Europeo sobre política monetaria han dejado de lado por esta vez la palabreja más manoseada de los últimos meses cuando se trataba de calificar la política que seguían los responsables de la institución: acomodaticia. Pues no, la política monetaria parece que ha dejado de ser acomodaticia y ahora estaría más a tono con las necesidades del momento. Antes la llamaban acomodaticia porque facilitaba la financiación laxa de la economía. Ahora parece que ha dejado de serlo porque las facilidades para financiarse ya no son tan flexibles. Ahora urge darle oxígeno a la economía, que atraviesa por un momento delicado, de riesgos de crecimiento. Total, que el que se ha vuelto acomodaticio, de tanto usarlo, es el autor de la melodía, es decir, el propio Banco Central Europeo.
El acomodo de Jean-Claude Trichet empezó en septiembre, cuando una decisión de subida de tipos de interés que todo el mundo daba por hecha fue aplazada a causa de la elevada volatilidad de los mercados. Esta vez, en octubre, por segunda vez, las autoridades monetarias de la Eurozona han decidido no subir los tipos de interés porque han visto algún tipo de riesgos sobre el crecimiento. Precisamente el mismo día en el que se adoptaba esta decisión de mantenimiento de los tipos de interés, la Comisión Europea rebajaba sus previsiones de crecimiento económico ligeramente, apenas una décima.
Resulta difícil olvidar el tesón que ha puesto el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en marcarle el camino a su compatriota, responsable del BCE. Sarkozy, rompiendo una costumbre no escrita según la cual los gobiernos no deben interferir en las decisiones del Banco Central Europeo, independiente según los compromisos institucionales derivados de Maastricht. El recién llegado al Elíseo no ha tenido modales con el presidente del BCE y ha insistido en numerosas declaraciones públicas en la necesidad de que los tipos de interés no subieran o que incluso bajaran. Ningún otro gobernante de la UE se ha atrevido a tanto como el presidente francés, cuya beligerancia en este tema parece haberle dado buenos resultados, ya que las decisiones del BCE están coincidiendo con sus deseos y con los argumentos que ha ido desgranando en los últimos meses a favor de un impulso mayor para la economía europea.
Tras este segundo intento fallido de subir los tipos de interés a contracorriente podría suponerse que las afirmaciones de quienes creen que los tipos de interés en la Eurozona ya han tocado techo son las más acertadas del momento. ¿Cabe realmente descartar subidas a corto o a medio plazo? Desde luego, si los tipos de interés se mantienen e incluso empiezan a bajar, los agobiados propietarios de pisos con pesadas hipotecas pueden darse por contentos en la medida en que ya no habrá más encarecimiento de sus cuotas hipotecarias.
Un aumento del grado de tolerancia monetaria puede tener graves consecuencias para la estabilidad de la economía y no es un mensaje solvente para los agentes económicos, en la medida en que les exime de controlar los incrementos de precios. Las amenazas sobre la inflación no son un invento del señor Trichet, son reales, y volverán a acreditarse en cuanto la economía europea pueda salir de su actual estado de desconcierto, que ha paralizado, posiblemente de forma momentánea, sus mejores facultades ante el aumento de la percepción de los riesgos. Los precios del petróleo están en sus máximos históricos y ésa tampoco es una invención de los economistas ortodoxos.
Además, algunos gobernantes (entre ellos, y de forma destacada, el señor Sarkozy) han aprovechado la confusión reinante para abandonar sus políticas de rigor presupuestario, posponiendo en ocasiones a largo plazo la corrección de los déficits o la puesta en marcha de reformas que los impidieran o cuando menos los mitigaran. Está claro que el BCE se mueve en un estrecho margen, porque si se hace tolerante, los gobiernos se aprovechan, y si es riguroso, los Gobiernos le machacan. De momento ha optado por convertirse al pragmatismo, quizás a costa de su credibilidad.
Siguiente artículo >>

No hay comentarios: