jueves, octubre 04, 2007

Jaime Peñafiel, Las obdicaciones... no se estilan

viernes 5 de octubre de 2007
Las abdicaciones… no se estilan Jaime Peñafiel

Durante estas semanas en las que la monarquía ha estado sometida a la ITV, que no pasaba desde hacía 32 años, se han dejado oír voces airadas pidiendo, incluso, la abdicación del Rey en su hijo el Príncipe heredero.
Quienes así se manifestaban olvidan que Felipe, el día que comunicó a su padre la decisión de casarse con una periodista divorciada, condenó a Don Juan Carlos a reinar hasta la muerte (¡larga vida a Su Majestad!).
Como el Príncipe Carlos a su madre cuando le informó de que se casaba con la también divorciada Camilla. O Haakon Magnus a su padre cuando contrajo matrimonio con Mette Marit, madre soltera. Tres “ejemplares” futuras reinas consortes.
Independientemente de estas razones, tan poderosas y justificadas para no abdicar (ningún soberano puede dejar el cargo a quienes han antepuesto la devoción a la obligación), existe otra, mantenida a lo largo de los siglos: la abdicación no suele practicarse entre reyes.
A lo largo de casi dos siglos pocos, muy pocos, han sido los reyes que han abandonado, voluntariamente, el trono en beneficio de sus herederos.
El último que lo hizo fue Hans Adam II, el soberano de Liechtenstein, ese pequeño gigante de las monarquías europeas, quien, en un inesperado y emotivo discurso, en el año 2002 tomó la decisión de abdicar en su hijo Alois, de 35 años.
La noticia sorprendió no sólo a los súbditos del Principado, que lo son, ya que se trata de una monarquía absolutista, sino a todas las casas reales de la vieja Europa. La sorpresa fue mayor por cuanto el titular de la Corona sólo tenía 58 años, todo un gesto, insólito, del colectivo de los Royals, no ligados a tomar esta decisión.
En los últimos 50 años, sólo la Reina Juliana, de los Países Bajos, el Gran Duque Juan de Luxemburgo y el Conde de Barcelona abdicaron o renunciaron a sus derechos dinásticos.
Anteriormente lo habían hecho Eduardo VIII (Duque de Windsor) en su hermano Jorge VI, en 1938, y Leopoldo de Bélgica en su hijo Balduino, en 1946.
Pero debido a la mayor expectativa de vida, los que llevan camino de acceder al trono lo harán con la edad, más o menos, de Eduardo VII, que llegó a ser Rey, por muerte de su madre, la Reina Victoria (1819-1901), cuando ya había cumplido 60 años.
Como la longevidad se hereda como el color de los ojos, si Isabel II alcanza la edad de mamá, que falleció a los 101 años, el Príncipe Carlos, que ha cumplido ya los 59 años, heredará la Corona del Reino Unido, más o menos, a los 75 años.
Salvo la Reina de Inglaterra, la mayoría de los reyes reinantes en Europa son todavía jóvenes para abdicar. Todos andan entre los 60 y los 70 años.
Ante este panorama resulta sorprendente que Hans Adam decidiera dejar el trono —aunque como se trata de un monarca absolutista, seguirá conservando la jefatura del Estado— en su hijo, de la misma edad que el Príncipe Felipe.
Como pueden ver nuestros internautas, las abdicaciones de los reyes no se estilan.
Reyes… hasta la muerte.

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