martes, octubre 16, 2007

Pablo Sebastian, ZP rechaza la consulta de Ibarretxe pero no rompe

miercoles 17 de octubre de 2007
Zapatero rechaza la consulta de Ibarretxe pero no rompe Pablo Sebastián

El presidente Zapatero ha rechazado en la Moncloa, ante el lehendakari Ibarretxe, la propuesta del mandatario vasco de celebrar una consulta “jurídicamente no vinculante” sobre el futuro político del País Vasco en junio del 2008. Pero el presidente Zapatero ha dejado abierta la puerta de la negociación y el diálogo con el lehendakari sobre dicha propuesta, lo que ha dado pie para que Ibarretxe afirme, como lo hizo desde la Moncloa, que “estamos al comienzo del camino”, o de un proceso de negociación con muchos meses por delante, para alcanzar un acuerdo sobre dicha consulta que, en su opinión, es legal y está recogida en otros estatutos, como el de Cataluña.
Una vez más, y como ocurrió cuando Ibarretxe llevó a las Cortes su fracasado plan para un Estatuto soberanista del País Vasco, el presidente ha dicho “no” pero ha nadado en el terreno de la ambigüedad, dejando abierta la puerta de una negociación (habló de darse tiempo para la reflexión”), por dos motivos: en primer lugar, porque no quiere romper con el PNV de cara a la formación del Gobierno tras las elecciones generales de marzo del 2008, que se anuncian casi empatadas con el PP; y en segundo lugar, y ello es lo más grave, porque Zapatero no tiene respuesta ni argumentos para negarle a Ibarretxe lo que le ha concedido a ETA y Batasuna: una negociación política sobre la nación vasca, el derecho a decidir (la autodeterminación) y la unidad entre Euskadi y Navarra. Los tres capítulos de las negociaciones políticas con ETA en el santuario de Loyola, que fueron recordados por Ibarretxe en su rueda de prensa de la Moncloa y sobre los que Zapatero, que se sabe preso de estas negociaciones y que teme que el PNV revele sus contenidos, no quiso comentar en su declaración, a pesar de que se le preguntó de manera expresa por ello.
De ahí la extraña declaración de Zapatero tras el encuentro con el lehendakari, con un tono poco firme que, aunque incluía el “no” a la consulta anunciada del lehendakari —“tenga o no consecuencias jurídicas”, precisó el presidente—, careció de la contundencia esperada por una gran mayoría de ciudadanos, una vez que Ibarretxe había anunciado, desafiando al Estado y la legalidad, que “no le temblará la mano” a la hora de poner en marcha la consulta.
Otro aspecto inquietante de la reunión de Zapatero con Ibarretxe está en la discusión sobre el apoyo político que Ibarretxe debe concitar en el País Vasco para la puesta en marcha de un nuevo Estatuto, o de una consulta o referendo, de cara a la soberanía e independencia del País Vasco. En este apartado el presidente Zapatero vuelve a caer en el error y en la ambigüedad —de nuevo, preso de su negociación con ETA y Batasuna—, cuando pide al lehendakari que dé soporte a sus propuestas e iniciativas con una amplia mayoría social y política, en referencia al apoyo muy mayoritario que en su día obtuvo el Estatuto de Guernica, y que había sido citado por el presidente dimisionario del PNV, Josu Jon Imaz, como el idóneo para un pacto político. Pero Imaz ha sido derrotado por Ibarretxe y por el sector del PNV que lideran Arzalluz y Egibar, y al lehendakari no le faltan argumentos cuando afirma que sus propuestas cuentan con el apoyo mayoritario del Parlamento vasco.
Lo que debería decir alto y claro el presidente Zapatero, en vez de su confuso galimatías sobre la Constitución, los estatutos y la legalidad, es que la soberanía nacional reside en el pueblo español, y por tanto en las Cortes, y no puede residir, ni verse alterada, por una decisión de ciudadanos de una parte del territorio español, tenga mucho o poco apoyo. Pero cuando, desde el Gobierno, se ha aceptado negociar con ETA y Batasuna sobre cuestiones políticas con la soberanía incluida —como en cierta manera se hizo con el Estatuto catalán—, entonces es muy difícil recuperar el argumento supremo del peso indiscutible y constitucional de la soberanía nacional que reside en el conjunto de todos los españoles, y no en una parte de ellos.
Declaración sobre la soberanía nacional sobre la que sí ha puesto el acento el líder del PP, Mariano Rajoy, al comentar el encuentro de la Moncloa, afirmando que apoya al presidente en su rechazo a la consulta del lehendakari, pero señalando que desconfía de su credibilidad. Asimismo, Rajoy ha insistido en que esta situación tiene su origen en la negociación política abierta por Zapatero con ETA.
En cuanto a la petición que el lehendakari hizo en la Moncloa a los políticos y medios de comunicación de que se acaben el nerviosismo y los insultos que, según él —citó de manera expresa a la vicepresidenta De la Vega por haber calificado de “desvarío” su anunciada consulta—, emanan de los partidos y la prensa nacional, cabe decir que mucho más grave que las descalificaciones políticas a las que alude son sus propias palabras y desafío a la legalidad cuando afirma, desde la presidencia del Gobierno vasco, que “no le temblará la mano” para violar la ley. O cuando desampara a las víctimas del terror, o no actúa frente a la violencia callejera como debiera. O como cuando no se inmuta ante el flagrante acoso terrorista que sufren los políticos vascos del PP y del PSOE, y más aún cuando recibe de manera oficial en la presidencia vasca a los jefes de Batasuna, como hizo al tiempo que se vanagloriaba de ello ante los tribunales y advertía, a pesar de que podría incurrir en un delito, que lo volvería a hacer.
Finalmente hay que decir que Ibarretxe no ha salido de la Moncloa con las manos vacías porque Zapatero le ha dicho que el diálogo continúa, aunque haya rechazado su última propuesta de consulta o referendo. Y sobre todo porque este viaje a Madrid le permite al lehendakari postularse como nuevo candidato a la jefatura del Gobierno vasco, a la vez que se presenta ante ETA y Batasuna como el continuador de las negociaciones de paz, a pesar de la ruptura del alto el fuego y del encarcelamiento de la actual cúpula de Batasuna. Sin olvidar que, con este desafío y su presunto liderazgo al frente del mundo radical del nacionalismo vasco, Ibarretxe piensa que atraerá votos de este sector hacia el PNV en las elecciones generales del 2008.
Algo parecido a lo que piensa Zapatero tras su encuentro con el lehendakari en Moncloa, que se presentaba difícil y que en el entorno del presidente aseguran que ha salido muy bien porque se ha sabido, sin romper los puentes con el PNV, capear el temporal. Algo que está por ver, porque nadie está en condiciones de predecir si la gran tormenta de ETA, con un nuevo atentado de por medio, se ha conseguido alejar con esta visita a la Moncloa y sus conversaciones en la oscuridad o si, por el contrario, la respuesta de la banda está a punto de estallar.

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