lunes, octubre 01, 2007

Monarquia de futuro

Monarquía de futuro
02.10.2007 -

Las palabras del Rey Juan Carlos en la Universidad de Oviedo adquirieron ayer una especial significación debido a los ataques que sufre la Corona por parte de una minoría extremista. El Monarca vinculó «los valores de la convivencia democrática, el entendimiento y el respeto mutuo, la tolerancia y la libertad» en los que han de formarse los jóvenes universitarios con la fructífera experiencia del «más largo periodo de estabilidad y prosperidad en democracia vivido por España». Los valores reivindicados por Juan Carlos I nada tienen que ver con las expresiones de instigación contra la Monarquía merecedoras del rechazo general. Aunque tan preocupante como el protagonismo que están cobrando tales actuaciones es la comprensión, disculpa o mera indiferencia con la que parecen reaccionar algunas instituciones del Estado que, o bien vinculan equivocadamente las algaradas con la libertad de expresión, o bien creen conveniente responder a ellas con el silencio, con el riesgo de contribuir a alimentar el despropósito.Estos días han sido numerosas las expresiones de desagravio que han recordado el papel de la Corona en la historia reciente de España. Pero la provocación de los fanáticos se convierte en una peligrosa invitación a justificar su función en virtud de los servicios que ha prestado a la democracia, induciendo un cierto vacío argumental respecto a su papel actual y su tarea futura. Es ese vacío lo que afecta más negativamente a la Monarquía parlamentaria como modelo de realización de la democracia. Un modelo cuyo arraigo en la sociedad española resulta indisociable de la figura de don Juan Carlos, y cuya continuidad ofrece a la convivencia entre los españoles las garantías ya puestas a prueba durante la Transición. La Monarquía es una realidad del presente a la que la inmensa mayoría de los españoles no está dispuesta a renunciar. Ofrece, además, una perspectiva de futuro como institución que seguirá contribuyendo al equilibrio, la integración y la cohesión de un país plural y diverso. Algo que la personalidad y la trayectoria de quienes encarnan la Monarquía garantizan ante el respaldo tan amplio como sereno que reciben de la ciudadanía.

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