miércoles, octubre 03, 2007

Miguel Martinez, 9-11. Loose Change

jueves 4 de octubre de 2007
9-11. Loose Change
Miguel Martínez
A UNQUE con cierto retraso, que a éste y a otros inconvenientes nos vemos sometidos los consumidores de productos norteamericanos que vivimos allende de sus fronteras, me ha llegado recientemente una copia –pirata, por supuesto- de la segunda edición del documental de Dylan Avery, titulado “9-11 Loose Change”. Este documental muestra diversas inconsistencias en las versiones oficiales de lo que sucedió el 11 de septiembre de 2001 y especula sobre una posible conspiración americana en torno a los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. Lo cierto es que, como mínimo, sí llaman la atención algunos de los datos ofrecidos en dicho documental. A saber: En 1999, el NORAD (North American Aerospace Defense) se ejercita en simulaciones en las que aviones comerciales cargados de pasajeros son lanzados contra el World Trade Center y el Pentágono. En 2000, el Departamento de Justicia elabora un manual sobre terrorismo en cuya portada aparece el World Trade Center marcado con un punto de mira. “Creo que nadie habría podido predecir que esta gente se hicieran con un avión y lo incrustaran en el World Trade Center”, Condolezza Rice dixit. No comment, dice un servidor. También en 2000, el “Proyecto para El Nuevo Siglo Americano”, una organización neo conservadora, entre cuyos miembros figuran Dick Cheney, Donald Runsfeld, Jeb Bush (el hermanísimo) y Paul Wolfowitz, publica, meses antes del ataque, su informe titulado “Reconstruyendo las Defensas de América”. En él se recoge la siguiente manifestación: “El proceso de transformación, incluso si trae cambios revolucionarios, será largo, si no hay un proceso catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbour”. Huelga decir que, tras el 11-S, se produjo de forma casi automática el “proceso de transformación” necesario, pues las defensas de América se trasladaron más allá de las fronteras patrias americanas y se adelantaron a Afganistán primero, y a Irak después. Que el subsuelo de Irak estuviera inundado de petróleo carecía -obviamente- de importancia, lo de veras importante eran las armas de destrucción masiva… Octubre de 2000: El Pentágono realiza una serie de ejercicios de entrenamiento, denominados MASCAL, en los que se simula la colisión de un Boeing 757 en el edificio. Charles Burlingame, un ex piloto de aviones de combate que trabajó en el Pentágono, participó en esos ejercicios antes de abandonar el ejército y pasarse a la vida civil para pilotar los aviones comerciales de la American Airlines. Poco menos de un año después, el Boeing 757 que pilotaba Burlingame se estrelló –supuestamente- contra el Pentágono. Casualidades de la vida… En el verano de 2001, el FBI desaconseja al Fiscal General, John Ashcroft, la utilización de vuelos comerciales en sus futuros desplazamientos por considerarlo “altamente peligroso”. A partir de ese momento Ashcroft se moverá en jet privado. Seguimos en el verano de 2001: Osama Ben Laden, en búsqueda y captura desde 1998, acude al American Hospital de Dubai para un chequeo. Allí recibe la visita del Jefe Local de la CIA. ¿Por qué no lo detuvieron si sabían dónde estaba? Agosto de 2001: Una modificación en el contrato de alquiler del World Trade Center propicia la inclusión de una nueva cláusula en la póliza de seguros por 3.500 millones de dólares que incluye, específicamente, los ataques terroristas. Casualmente pocos días antes de 11-S. Septiembre de 2001: Grandes inversores empiezan a vender sus acciones de la American Airlines (el movimiento de acciones es once veces superior a la media de la compañía en los últimos meses), anticipándose a la debacle bursátil que para la compañía iba a suponer que fueran sus aviones los utilizados para los atentados. 10 de septiembre de 2001: El NewsWeek informa que varios altos cargos del Pentágono cancelan sus planes de vuelo para el día siguiente. 10 de septiembre de 2001: El Alcalde de San Francisco, Willie Brown, recibe una llamada de su amiga Condolezza Rice, avisándole -según desvela la emisora “Pacifica Radio” - de que no vuele a la mañana siguiente. 11 de septiembre de 2001: El NORAD tiene previsto para ese día un ejercicio táctico por el cual dispersa la mayoría de sus aviones de combate cercanos a Nueva York y Washington, desplazando a un número importante de sus cazas a Alaska y Canadá, para “luchar” contra una “imaginaria flota rusa”. Los aviones F-16 de la base Andrews, a tan solo 24 kilómetros del Pentágono, son desplazados hasta 288 Kilómetros de distancia, a Carolina del Norte, para una improvisada misión de entrenamiento. Todos estos ejercicios dejan “libres para el servicio de defensa” y para abarcar todo el perímetro de los EEUU tan sólo a 14 aviones de combate. Si un servidor fuese malpensado -ya saben mis queridos reincidentes que no lo es- creería que, como poco, la cosa huele mal. Huele como… a acorazado Maine, ¿no les parece? Respecto al resto de sucesos del día 11 de septiembre de 2001, que todos creemos –o creíamos- conocer, el documental aporta datos tan sorprendentes como los que les acabo de transcribir y que ponen en tela de juicio muchas de las tesis oficiales. Defienden que lo que hizo venirse abajo las torres no es precisamente lo que la versión oficial apunta, y que no fue un avión lo que impactó contra la fachada del Pentágono. Muestran datos y documentos gráficos suficientes como para que, al menos, se nos plantee la sombra de la duda. La próxima semana- si mis queridos reincidentes así lo desean, y siempre Dios y Bush mediante- podrán leer en este mismo espacio el resto de las sorprendentes revelaciones que este controvertido reportaje recoge. Creamos o no lo que nos muestra, lo cierto es que da que pensar…

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