miércoles, octubre 24, 2007

Luis Racionero, Sarko y Henri-Levy

jueves 25 de octubre de 2007
Sarko y Henri–Levy Luis Racionero

A Sarkozy le ha hecho caso todo el mundo menos su mujer: Bernard Kouchner, creador de Médicos sin Fronteras, ha cruzado la inexistente frontera entre la izquierda y la derecha y se ha metido en su Gobierno, el inevitable (en francés se diría incontournable) Jacques Attali está ahí, incluso Michel Roccard ha flaqueado ante el sentido común de ayudar a un político que desea el progreso de todos, con la ayuda de todos.
¿Estamos ante el fín de la era de los partidos para comenzar la época de las personas?, ¿votaremos al que nos guste sin tacharlo con las etiquetas vacías de derecha o izquierda? Ojalá, de momento una señora que planta al marido a la puerta del Elíseo es todo un principio de ciclo, la consagración de la primavera de la liberación de la mujer y del invierno del descontento del machismo.
Por aquí, siempre adelantados, ya empezó la señora González a dejar plantado a su marido —y al Estado español— en las recepciones oficiales a donde las señoras de los otros presidentes de grado o fastidiándose patrióticamente, asistían. Ahora Sarko será un presidente solitario, un caballero andante, un robinson de la rue Saint Honoré en espera de que aparezca alguna princesa lejana que lo despose.
Aparte de Cecilia, el otro que no le ha hecho caso ha sido el presidente vitalicio de la “gauche caviar”, el escritor Bernard Henri–Levy, que ha escrito un libro innecesario —además de inmodesto, como de costumbre— explicando por qué no apoyó a Sarko en su campaña a pesar de ser su amigo desde hace 20 años y que éste se lo pidió personalmente por teléfono. El libro se titula Le Grand Cadavre à la Renverse tomado de esta frase de Sartre: “¿Alguien cree que puede tirar de los hilos, la izquierda, ese gran cadáver caído lleno de gusanos? Apesta esa carroña: el poder de los militares, la dictadura y el fascismo nacen o nacerán de su descomposición”.
Ahí es nada, a pesar de lo cual Henri–Levy, en un acto de fe monoteísta, le contesta a Sarko: “La gauche est ma famille”, él, hijo de multimillonarios burgueses. Pero así es la pusilanimidad del intelectual, o su prudencia, pues ya Alejo Carpentier confesó a Cabrera Infante: “¿Exiliarme en París? estáis locos, ¿no sabéis que un intelectual que deja la izquierda está perdido?”.
Hombre, yo la dejo y la tomo cuando lo juzgo conveniente y no me he perdido, aunque sí me han dado insignes hachazos. Henri–Levy podría hacer lo mismo, en vez de escribir este libro donde reconoce todos los desastres, contradicciones, fallos y mentiras de la izquierda, pero la sigue votando. ¿Es la fe del carbonero y el cinismo del tipo listo? Mal en los dos casos. Su amigo Gluksman ha estado más honesto.


http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=25/10/2007&name=racionero

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