miércoles, octubre 03, 2007

Luis Pousa, El momento del territorio

luis Pousa, El momento del territorio
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
El momento del territorio
La proximidad de las elecciones generales dificulta enormemente las posibilidades de consenso, entre los tres grupos políticos presentes en la Cámara legislativa gallega, en cuestiones que resultan claves para Galicia y sus habitantes presentes y futuros. Cuestiones que van más allá del ciclo legislativo e inciden en la vida de varias generaciones son la lengua, el Estatuto y el territorio. Las tres requieren de un amplio respaldo político y social para ganar calidad estructural y no quedar condicionadas a los vientos idos de cada coyuntura.
Pero las razones de fondo que avalan las tres propuestas presentadas por el presidente de la Xunta en el Debate sobre el Estado de la Autonomía no bastan para que la oposición se preste a crear ámbitos de diálogo que para nada le interesan ahora mismo. Nada más lejos del diseño de campaña de los populares que rebajar la tensión con el Gobierno bipartito y relajar internamente la combatividad de la militancia con el adversario, convertido éste en virtual enemigo mediante estímulos psicológicos de corte guerrero. Obviamente, lo anterior no presupone que el PPdeG rechace abordar esos asuntos en una función parlamentaria en la que lo que prima es el aspecto mediático, por la presencia masiva de medios de comunicación.
De los tres temas citados, muy importantes los tres, hay uno, sin embargo, que necesita ser abordado sin más dilaciones y, quizá, sin esperar a que cuaje un pacto no deseado, que es probablemente el más complicado de todos porque no sólo los intereses políticos entran en juego: el territorio. Esa confrontación de intereses subyacentes ya quedó plasmada en el transcurso de la tramitación de la Ley de Protección del Litoral y su aprobación definitiva por la Cámara autonómica.
Y hay que destacar el hecho de que merced a esa ley no sólo se ha evitado que la desfeita en la costa gallega continuase avanzando a velocidad marbellí, sino que se ha evitado también que muchas inmobiliarias agravasen su ya crítica situación financiera, al coincidir con el final de un ciclo inmobiliario, avasallador con el territorio y carente de un código de conducta presentable.
Galicia necesita poner en orden el factor tierra, que dirían los clásicos, y sus recursos naturales. Hoy en día, ya muy pocos dudan de que el primero de todos los recursos es el constituido por el territorio, escenario y soporte en el que operan los demás factores. Pues la economía ocupa un espacio y existe en él, y no puede ser considerada como un punto carente de dimensión.
Por tanto, la variable territorial ha de ser tratada en su doble perspectiva de base física y elemento de posición, así como el análisis de sus recursos ha de hacerse desde el ángulo de la cantidad de sus dotaciones materiales y desde la óptica de la calidad de esos recursos.
El momento, de final de un ciclo inmobiliario sin que se haya producido el inicio de otro, aunque ya se estén dando algunos balbuceos, es sumamente oportuno para repensar el territorio y atribuirle institucionalmente la consideración geoestratégica que se merece. Sería una irresponsabilidad política no asumirlo.
Afrontar ese reto no debería ser obstáculo para que, paralelamente, la Xunta acelerase la aprobación de los planes municipales de ordenación urbana.

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