miércoles, octubre 10, 2007

Jose Melendez, La credibilidad de los politicos

jueves 11 de octubre de 2007
La credibilidad de los políticos
José Meléndez
U NO de los peores legados que nos dejó el régimen franquista es que los españoles se acostumbraron durante cuarenta años a dejarse llevar sin hacer preguntas. Los que las hacían lo pasaban mal, pero estos eran una minoría frente a la inmensa mayoría de los ciudadanos que se sentían cómodos con dedicar todo su tiempo a sus intereses personales, Por eso perduró la credibilidad de la victoria del 18 de Julio, porque el pueblo no la cuestionó nunca con el debido rigor y se contentó con el hecho incuestionable (que no figurará en el articulado de la proyectada Ley de Memoria Histórica) de que España era en el 1.940 una nación destrozada y en el 1.960 se situó como la décima potencia industrial del mundo, con todas las ventajas que eso representaba. El ambiente asfixiante que envolvía a los que se interesaban por la política nada podía hacer con el pancismo colectivo de dejarse llevar. La Transición llegó de forma pacífica e inapelable porque a la muerte de Franco la credibilidad del régimen se había agotado. La credibilidad es el mejor aval que puede presentar un político y es lo primero que debe exigírsele, porque en el juego político, como en todas las facetas de la vida, las buenas palabras no sirven si no están respaldadas por los hechos. Y la falta de credibilidad es el mayor exponente de la política que han venido siguiendo José Luis Rodríguez Zapatero y su gobierno desde que accedieron al poder hace tres años y medio, aprovechando con burdas tácticas de aprendiz de brujo ese pancismo conformista y hasta entusiástico de los incondicionales de izquierdas y de buena parte del electorado. Pero la realidad está ahí, puesta ahora de relieve una vez mas y de forma descarnada y reveladora en el escandaloso envío a la cárcel de los que solo hace unos pocos meses eran “hombres de paz”, aplicándoles una ley que ya existía por los mismos hechos que hasta hace una semana se habían arropado con toscas disculpas y tendenciosas interpretaciones del entramado legal. Está probado que Zapatero comenzó a trabajar su “proceso de pacificación del País Vasco” desde antes de ganar las elecciones del 14M. Y en ese sentido movió sus peones jurídicos. El Fiscal General del Estado, Conde Pumpido, destituyó al Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional, Fungairiño –que era un insobornable azote del terrorismo- y comenzó a impartir órdenes a los fiscales, por las cuales se salvó Arnaldo Otegui de la cárcel varias veces, no se ilegalizó al partido de las “nekanes” vascas, se dejó acudir a las elecciones municipales a la nueva marca de Batasuna y se dio cobertura a ésta para que pudiera burlarse de la ley a su antojo con conferencias de prensa, manifestaciones, actos políticos y mediaciones en la “negociación” con ETA, el PNV y el PSOE vasco. El juez Baltasar Garzón, que por sus zigzagueos en su carrera judicial parece rivalizar con las antiguas curvas del puerto de Despeñaperros, sentenció desde su alto magisterio que Batasuna era parte de ETA y la ilegalizó, para después, según le convenía a Zapatero mantener durante la tregua que las andanzas de Otegui y los suyos no debían achacarse a Batasuna sino que eran producto de un eufemismo que se sacó de sus puñetas, llamado “izquierda abertzale”.En total, cuando todo el mundo estaba convencido de que Batasuna era parte de ETA y por eso fue ilegalizada, nos encontramos que Batasuna era la “izquierda avertzale” mientras duró la tregua y ahora que la tregua se ha roto y se acercan las elecciones generales Batasuna es nuevamente ETA y toda su plana mayor está en la cárcel. El cínico asesino en serie De Juana Chaos, que le ganó el pulso a Zapatero –que también lo consideró “un hombre que está por la negociación- volvió a la cárcel y ahora le quedan unos meses para salir en libertad si Conde Pumpido, en otra de sus estrafalarias decisiones no encuentra motivos para que siga entre rejas hasta que pasen las elecciones. Cuando todo el mundo pronosticaba el fracaso en las negociaciones de Zapatero con la banda terrorista, porque la experiencia así lo aconsejaba, muchos se preguntaban, y entre ellos el mismísimo Felipe González, si el presidente del gobierno tenía preparado un plan B. Ahora vemos que sí. El plan B tenía dos factores fundamentales para justificar el fracaso de la negociación y decir y hacer todo lo contrario de lo que había dicho y hecho hasta ahora. Zapatero justifica su fallida negociación en que había que intentarlo. Todos los gobiernos que le antecedieron lo han intentado, pero la gran diferencia estriba en que mientras esos gobiernos cortaron en seco sus intentos exploratorios al constatar la tozuda contumacia de ETA en mantener sus inasumibles demandas, Zapatero ha continuado tratado de sacar provecho a una serie de cesiones reñidas con la dignidad de la nación que representa y el respeto debido a las víctimas de la barbarie Y a poner en práctica este plan se han lazado con todo entusiasmo tanto Zapatero como sus corifeos, a los que se les llena la boca de alabar la firmeza ante las demandas de ETA (que son las mismas de siempre) y subrayan el rigor en la aplicación de las leyes del Estado de derecho. La densa capa de maquillaje que la vicepresidenta Fernández de la Vega se unta como festón de su vestimenta de pasarela, no solamente sirve para tapar los estragos del tiempo en su no muy agraciado rostro, sino para ocultar las muecas que ha de hacer para imprimir firmeza a sus defensas de la engañosa política de su jefe. Los alegatos de Pepiño Blanco´, el perseguido por los visones, son de chiste y así hay que tomarlos, pero los de Diego López Garrido traspasan la raya de lo permisible. Decir que el encarcelamiento de la cúpula de Batasuna no es político, sino que pertenece a la autonomía legal de un juez independiente es de aurora boreal, porque no se puede llamar independiente a un juez que dejó la carrera judicial para integrarse en el entramado gubernamental del PSOE de Felipe Gonzalez y volvió a su juzgado despechado porque no lo hicieron ministro de Justicia.. Jueces independientes –que son la inmensa mayoría- fueron Gómez de Liaño, al que acabaron echando de la carrera judicial o Fernando Grande-Marlaska, a quien Garzón ha desautorizado en todas sus decisiones contra los proetarras. Así es como se quiebra la credibilidad de un gobierno. Son muchos e importantes los fallos de credibilidad que tiene la política de Zapatero. Después de haber propiciado los primeros tajos en el descuartizamiento de España con una política territorial claramente encaminada hacia un federalismo como primer peldaño de un futuro republicano, ahora, ante la prueba electoral del próximo marzo, se proclama mas español que nadie, se apresta a dar el máximo relieve a la Fiesta Nacional del 12 de octubre, invita a participar en el desfile a Estados Unidos “porque es la sede de la ONU”, defiende la unidad de España como nación después de afirmar que ese es un concepto discutido y discutible y le quita la bandera española al Partido Popular diciendo que es de todos, pero no se la pone a los republicanos de Ezquerra Republicana o a los nacionalistas catalanes y vascos. Su tibia defensa del Rey, minimizando la feroz campaña contra la Monarquia al decir que se debe a minúsculos grupos que no usan adecuadamente la libertad de expresión, es otro ejemplo de ocultación de sus verdaderas intenciones porque así lo aconseja el actual momento preelectoral. En cualquier democracia sólidamente instalada, en la que los electores tienen pleno conocimiento de la importancia de su voto, las encuestas reflejarían nítidamente el rechazo popular ante semejante manera de gobernar. Ahí tenemos el ejemplo de Gran Bretaña, donde después de diez años de impecable gobierno laborista de Tony Blair, el electorado le pasa factura por sus últimos errores. Tony Blair vio venir la posibilidad de derrota y, como hizo el también laborista y gran primer ministro Harold Wilson, ha preferido dimitir y dejar el embolado a un George Brown que parece impotente para recuperar el prestigio de su partido. En España no ocurre así. Bien es verdad que el Partido Popular avanza lentamente en las encuestas, pero no es la medida de los desaciertos gubernamentales. Está visto que el pasotismo impone su inercia y a España le cuesta mucho cambiar de orientación. Y con el injusto sistema electoral que tenemos, mucho más.

No hay comentarios: