jueves, octubre 25, 2007

Jose Javaloyes, ¿Que cambio es el imparable, el climatico o...?

viernes 26 de octubre de 2007
¿Qué cambio es el imparable, el climático o el ambiental? José Javaloyes

Nos cuentan que el presidente Sarkozy intenta elevar Francia a la categoría de “ejemplo internacional” como compromiso frente al cambio climático, a través de medidas que incluyen paralizar la construcción de autopistas para frenar los efectos del calentamiento de la Tierra. Si a eso se añade que el jefe del Estado del vecino transpirenaico se concierta con la presencia de Durao Barroso, el presidente de la Comisión Europea y con el sabido discurso de Al Gore sobre la relación causa-efecto entre contaminación ambiental y cambio climático, no pueden menos que encenderse las parpadeantes luces de la perplejidad.
Si Nicolas Sarkozy o alguno de sus más próximos asesores hubieran leído una de las obras de madurez de Fernand Braudel, una de las cumbres de la ciencia histórica francesa, Civilización Material, Economía y Capitalismo, Siglos XV y XVIII, habrían encontrado las documentadas pruebas de los ciclos climáticos habidos desde el final del Primer Milenio de nuestra era y a lo largo del Segundo Milenio. Doscientos ochenta años de calentamiento medioeval (890-1170); cuatrocientos diez años (1170-1580) de enfriamiento lento y constante, hasta que sobreviene la llamada Pequeña Glaciación, entre 1580 y 1850; es decir, durante un periodo de 270 años, casi igual al del calentamiento del Medioevo, que fue de 280 años. Desde esta última fecha de 1850, o sea, desde hace 148 años, las temperaturas han emprendido otro ciclo ascendente, en cuyo último tramo podríamos encontrarnos. Ninguno de estos ciclos ha durado más de 410 años.
Y, sin embargo, en Mallorca, Al Gore, el de La Verdad Incómoda, acaba de afirmar que los próximos 300 años serán devastadores para España y el Magreb. O sea, al cabo de un ciclo de 448 años, cifra a la que sólo se aproxima el dilatado ciclo de transición entre el calentamiento medieval y el enfriamiento de la Pequeña Glaciación culminada el siglo XVII.
Cuando comenzó a sonar el cencerro al que ha sido sensible poco menos que la población mundial, dentro de la presente década, desde la Comisión Europea —encelada por el primer y sucesivamente rectificado informe del Grupo Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU— tuvo la osadía de afirmar que 1999 había sido el año más cálido desde dos milenios atrás. ¡Y se quedaron tan frescos!
¿Qué contaminación por CO2 y otros gases generaron el calentamiento medieval? ¿Qué deterioro medioambiental lo produjo? Hacer coincidir el siglo y medio del actual ascenso térmico con la crónica de la era industrial sólo tiene el soporte propio de las hipótesis; al que, de otra parte, hay que restar la evidencia de que el periodo inmediatamente anterior fue de ascenso térmico también, desde el tiempo en que el enfriamiento súbito mató de hambre y de frío a la población escandinava que había colonizado Groenlandia, huérfana de hielos desde el calentamiento medieval.
Una cosa es el debate científico no concluido y otra el debate político y la explotación ideológica del problema. Diga lo que diga el presidente francés y el que fue vicepresidente norteamericano, la afirmación de que el medio ambiente alterado por la actividad humana es la causa del cambio climático es una afirmación, como poco, aventurada. Aunque explicable porque el miedo y la aprensión colectivas se han revelado como materia de alto valor político y especialmente útil para las políticas y las ideologías que están a la busca de mitos de recambio, porque se agotaron las pilas de los que tenían.
Los problemas de la sostenibilidad del desarrollo son ajenos a la fatalidad del cambio climático. A éste no hay quien lo frene, como, según el fandango, a la que sale loca. Tampoco puedo evitar el asombro que me produce que la Francia de la claridad, con su presidente a la cabeza, se apunte a la confusión de las churras con las merinas.
El consenso científico sólo existe actualmente en el seno del IPCC (también galardonado con el mismo Nobel de Al Gore), progresando en sus conclusiones desde la rectificación de su primer mensaje. Que fue el origen del actual mayúsculo embrollo, en el que discuten de igual a igual, la doxa u opinión —variablemente manipulada— con el epistemen o conocimiento cierto —aunque no cierto del todo—.
jose@javaloyes.net

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=26/10/2007&name=javaloyes

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