domingo, octubre 28, 2007

Jon Juaristi, Proyecciones

domingo 28 de octubre de 2007
Proyecciones

JON
JUARISTI
EN los Estados Unidos, Sergi Xavier Martín habría sido clasificado como «basura blanca» (white trash), una categoría entre racista y clasista que sigue en vigor, sobre todo en el Sur profundo. Sus equivalentes de Alabama son objeto del mismo tipo de desprecio que profesa a los inmigrantes, pero es dudoso que Sergi Xavier Martín tenga noticia de ello. Hemos conocido atisbos de la historia familiar del personaje, e incluso hemos oído a su psiquiatra explicar los intríngulis de la violencia del tal Sergi Xavier Martín. Un mágico prodigioso, el psiquiatra en cuestión. Después de la tira de años de tratamiento, el paciente va y la emprende a coces con una niña. Da escalofríos imaginar lo que habría hecho de no mediar el comecocos.
Una de las cosas que ha dicho el psiquiatra tiene verdadera gracia, aquello de que Sergi Xavier Martín se había limitado a aporrearse a sí mismo; o sea, a lo que más odiaba de su propia personalidad. Me recordó algo leído hace muchísimo tiempo en un ensayo de Thierry de Maulnier: que el matón fascista aplastaba en el obrero su propia imagen humillada de hortera de barrio. A este fenómeno el psiquiatra de Sergi Xavier Martín lo llama proyección. El verdugo se proyecta en la víctima. Será verdad, pero sospecho que hubo que esperar a que inventasen el cine para encontrar un concepto exculpatorio tan estupendo. Antes, todo se remitía al misterio de la iniquidad y a la sentina del corazón humano. Sin duda, lo de la proyección es un progreso. Victimiza al verdugo y escamotea a la víctima, convertida en mera pantalla donde su torturador se proyecta. Yo soy la bofetada y la mejilla, que decía el Buda. Sí, debe ser así si lo afirma mi psiquiatra, pensará Sergi Xavier Martín. Pero qué raro que no me duela.
La psiquiatrización de la justicia ha resultado catastrófica. A Thierry de Maulnier los obreros franceses no se lo tomaron en serio (no solían leer a los ensayistas de derechas, ni a los más razonables) y siguieron tratando a los matones fascistas a puñetazo limpio, porque el sentido común les inclinaba a pasar por alto las posibles psicopatías o neurosis incurables de sus agresores. En el caso de Sergi Xavier Martín, el sentido común de la justicia se debate perplejo entre la sanción penal o la prolongación de su eficacísimo tratamiento psiquiátrico. Mientras tanto, Sergi Xavier Martín se pavonea por los bares de Santa Coloma de Cervelló, usando a los periodistas como cenicero, y en la población inmigrada hispana prende un sentimiento de agravio que podría haberse evitado si jueces y fiscales hubieran estado a lo suyo. De «catarsis latina» califica la reacción de las asociaciones de emigrantes El Tiempo, de Bogotá, que no es precisamente prensa amarilla. Los que hemos vivido en Hispanoamérica sabemos que el racismo difuso en nuestras repúblicas hermanas no admite comparación, por abrumador, con el que pueda darse en España, donde sólo medra en la marginalidad social y política. Las asociaciones de emigrantes tienen toda la razón al exigir que se ponga fin, aplicando tajantemente el rigor de la ley, a las fechorías de skins, nazis y psicópatas, pero convertir cualquier percance administrativo en un incidente racista sería una estupidez. También a los autóctonos el ayuntamiento les cierra los chiringuitos que no dejan dormir al vecindario. Y hay otra cosa que conviene dejar clara: a los españoles normales, que somos la mayoría, las sutiles distinciones entre castas y tonalidades de piel habituales en las sociedades criollas nos parecen casposos y repugnantes atavismos. O sea, que aquí no es preciso vestirse de china poblana para reivindicar derechos. Subrayar diferencias que los españoles no advertimos es sencillamente absurdo, cuando hay tanto que nos une, de entrada, a los hispanohablantes de ambos lados del Atlántico. Bastante más que la lengua, por cierto. Cuanto antes convirtamos la catarsis latina en catarsis española, sin folclorismos, antes recuperaremos el sentido común de la justicia, antes superaremos indignaciones y vergüenzas y antes dejaremos de dar crédito a proyecciones, ectoplasmas y otras paparruchas psicodélicas.

http://www.abc.es/20071028/opinion-firmas/proyecciones_200710280249.html

No hay comentarios: