jueves, octubre 25, 2007

Jaime Peñafiel, La enfermedad tiene la ultima palabra

viernes 26 de octubre de 2007
La enfermedad tiene la última palabra Jaime Peñafiel

El anuncio, por el propio Pasqual Maragall, de que padece Alzheimer ha conmocionado profundamente a la opinión pública.
No estamos acostumbrados. Posiblemente porque la enfermedad, ese reverso de una misma moneda llamada vida, cuyo anverso es la salud, pertenece a la esfera más íntima y respetable del ser humano. Tan íntima que nada justifica que sea conocida si el afectado no lo desea. Sobre todo si se trata de personajes públicos.
Pocos de éstos han tenido el coraje de informar, personal y directamente, sobre el estado de su salud, sobre todo si se trata de una enfermedad que tiene la última palabra. Y ya se sabe que la muerte se burla de las palabras.
El Rey Husein fue uno de ellos. Tan pequeño y tan grande al mismo tiempo, tuvo el coraje de dirigirse por televisión a todos los jordanos para informarles de que padecía un cáncer de riñón.
El soberano hachemita pensaba que los ciudadanos tenían derecho a saber la verdad sobre la salud del Rey y a recibir una explicación.
Carlos Gustavo de Suecia, por medio de su esposa, la Reina Silvia, anunció, también por televisión, que el Rey padecía una grave dislexia. Tan grave que a veces se olvidaba incluso de firmar. Y que su hijo, Carlos Felipe, estaba siendo tratado de la misma enfermedad en una clínica de EEUU.
Del presidente Ronald Reagan igualmente se supo de manera oficial que padecía cáncer de piel.
Pero ningún otro político, como Adolfo Suárez, ha despertado tanta simpatía y respeto cuando se supo que padecía la misma enfermedad que Pasqual Maragall, con el añadido de las tragedias familiares que han asolado su vida. Conmovió tanto conocer su grave estado de salud que hasta Don Juan Carlos decidió concederle la máxima distinción que el Rey puede otorgar: el Toisón de Oro. Se trata de una condecoración destinada por lo general, salvo excepciones, a soberanos reinantes.
Pero esto, como las palabras de algunos que le combatieron y hasta denigraron, llegan demasiado tarde.
La enfermedad, como la muerte, es, a menudo, un medio de vencer. Pero esa victoria ya no importa.
Según él Eclesiastés, “más vale perro vivo que león muerto”.

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=26/10/2007&name=penafiel

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