lunes, octubre 01, 2007

Jaime Peñafiel, ¡Ay señora, señora baronesa!

martes 2 de octubre de 2007
¡Ay señora, señora baronesa! Jaime Peñafiel

La opinión pública, la publicada y España entera están siguiendo con sumo interés ese culebrón de la alta sociedad pero de la baja cama protagonizado, a tres bandas, por la baronesa Thyssen (¡ay señora, señora baronesa!), su hijo Borjarrín (lo más parecido a Paquirrín) y Blanca Cuesta, esa turbia novia quien no sólo viene llevándose a la cama, desde hace ya diez años, al rico heredero, sino que también ha decidido pasarlo por el altar para convertirse, en su día, en la sucesora de Carmen, que no baronesa, el título le corresponde a George, el primogénito del barón.
Pero Tita está haciendo no lo imposible, sino todo lo posible, para evitar esta boda de su hijo con esa novia embarazada, que no le ha gustado nunca.
Para ello está desplegando una actividad inusitadamente sospechosa, para que el personal se entere que no quiere ser cómplice de la locura que va a cometer su hijo casándose con Blanca.
Ignoro si su larga mano ha llegado hasta el señor Obispo de Segovia, a lo peor no; a lo mejor sí. Porque su eminencia reverentísima ha decidido no autorizar que la boda se celebre en la capilla privada de la finca, donde tenían previsto celebrar la ceremonia canónica del matrimonio.
Un duro revés para la pareja, que ya tienen vendida la exclusiva al Hola, por más de un millón de euros.
La cifra puede parecer excesiva, pero se trata de un “paquete” en el que entran: el anuncio, ya hecho; la invitación, ya enviada; el probado del traje, ya fotografiado; la ceremonia religiosa, hoy por hoy muy difícil; la fiesta, por todo lo grande; el viaje de novios, la noche ya no tiene interés por razones obvias; el nacimiento de la criatura como dentro de tres meses; las primeras fotos del bebé, la primera mamancia y hasta el primer pedete. ¡Una ganga!
El personal se pregunta: siendo tan ricos, tan riquísimos, ¿por qué se comportan como una vulgar Belén Esteban? ¿Qué quieren ustedes que les diga?: es que lo son.
¡Ay señora baronesa! ¿Qué pensará usted que quiso hacer de este hijo, nacido de madre soltera, un auténtico señor, un auténtico barón, con b y con v? Y ahí lo tiene. Con medio museo tatuado en su cuerpo pasado por el gimnasio. Como un macarra que no es.
Por culpa del muchacho, la prensa canallesca está exhumando el pasado de la baronesa, cuando esta misma prensa no se atreve con los pasados de otras… baronesas, por no decir princesas.

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