Antonio Cubero, Schuster se enfada, Capello lo festejaba

martes 2 de octubre de 2007
Schuster se enfada; Capello lo festejaba Antonio Cubero

Mientras Ramón Calderón sacaba pecho y mostraba orgulloso La Saeta aérea, un avión con el que ingresará unos buenos euros en las arcas, además de prestigio, Bernardo Schuster, poco amigo de estos saraos, se quedó en casa repasando el vídeo del partido con el Getafe. Seguro que el alemán aún rumiaba su monumental berrinche con los centrocampistas que jugaron fente a los ‘azulones’ de Michael Laudrup, a los que culpó, alto y claro, de los apuros que pasaron los hombres de la cobertura defensiva, con Iker Casillas convertido en el portero de Primera División que más ha trabajado en las seis jornadas disputadas de Liga, con treinta y cuatro intervenciones bajo los palos.
El Madrid fue un desastre en el Coliseo getafense. Pese a la victoria que le mantiene líder, al técnico alemán no le gustó un pelo la faena de su equipo ante un rival que a punto estuvo de humillarlo con una derrota de escándalo si llega a convertir sólo la tercera parte de las veintisiete ocasiones en las que lanzaron a la portería de Casillas, siete de ellas entre los tres palos. Un dato alarmante que, sin duda, no es para volar alto por otros campos y torneos más comprometidos, por mucha Saeta que lo transporte.
El seguidor blanco se llena de dudas, mientras ve al Barça bailar a los compases de la sinfonía ‘maradoniana’ de Messi y recibe el bombardeo periodístico de los ‘capellistas’ recordándole que el juego actual no es más que un plagio del exhibido la pasada temporada y que tanto aburrió a la parroquia del Bernabéu.
Es cierto que Schuster todavía no ha dado con la pócima del buen hacer futbolístico. Este Madrid se parece mucho al de Fabio Capello. Gana aunque juegue mal. Pero hay una gran difererncia que debe hacer concebir una gran dosis de esperanza al aficionado madridista: mientras el italiano festejaba esos triunfos soporíferos con una opípara cena y arremetiendo contra los periodistas, el alemán se esconde en casa en busca de la solución que haga jugar a su equipo a la altura de La Saeta.
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