lunes, octubre 01, 2007

Enrique Badia, El "caso Vueling"

martes 2 de octubre de 2007
El ‘caso Vueling’ Enrique Badía

Siendo verdad —lo es— que un grano no hace granero, no debe extrañar que la seria crisis que atraviesa Vueling suene cuando menos a advertencia sobre el porvenir de las compañías aéreas especializadas en vuelos baratos que tan aceleradamente se han hecho con un hueco importante en el sector. La duda es si se trata de un percance aislado, fruto de errores en el planteamiento y la gestión, o es el modelo mismo lo que comienza a fallar.
La cuestión de fondo estriba en calibrar hasta qué punto los precios de los pasajes que están permitiendo captar notables porciones de cuota de mercado se corresponden con los ahorros de costes logrados en la operación. En otras palabras, si se están vendiendo asientos con margen de rentabilidad negativo para ganar clientes, poniendo en riesgo la cuenta de explotación.
A poco que se analice, es perceptible que tanto ese tipo de compañía emergente como cualquiera de las tradicionales comparten una parte relevante de sus partidas de coste; esto es, son prácticamente iguales para cualquiera que opere el negocio del transporte aéreo de pasajeros. No quiere decir que aquéllas no puedan obtener ahorros significativos en muchos renglones de gasto que las otras no han podido o sabido recortar. Pero no da la sensación de que sumen lo suficiente para soportar las grandes diferencias de precio de los billetes que ahora mismo se pueden encontrar.
Sin duda, poder contratar un viaje entre Madrid y Londres por menos euros de lo que cuesta un trayecto de taxi entre el centro de la capital española y el aeropuerto de Barajas, y bastante menos del importe del traslado desde Heathrow o Gatwick a un hotel londinense, es una excelente noticia para el consumidor. Y valdrá la pena aprovechar la situación mientras dure… porque en eso precisamente radica la incógnita: ¿podrá durar?
Todo lo anterior se ha producido en un escenario de aumento de la demanda, fruto de la bonanza económica instalada en casi todas partes con mayor o menor intensidad. Pero es una incógnita lo que vaya a ocurrir si se confirman las previsiones de cambio de ciclo, en el mejor de los casos sin nada peor que una ralentización. Por lo pronto, el encarecimiento del petróleo y sus derivados, entre ellos el queroseno de aviación, ya está gravando seriamente los costes de operación y antes o después encarecerá los billetes, lo que de una u otra forma inducirá cambios en las decisiones del consumidor.
Es innegable que la irrupción de las llamadas low cost (¿no sería más exacto hablar de low price?) ha convulsionado el sector. Su política de billetes baratos ha forzado a las compañías tradicionales a reaccionar al menos de dos formas: bajando tarifas, en especial en aquellos trayectos más competidos, con mayor presencia de sus nuevas competidoras, y en no pocos casos creando una filial especializada en ese tipo de tráficos. Sin olvidar la influencia que pueda estar teniendo en el relanzamiento de procesos de consolidación sectorial, como el que ahora mismo tiene como protagonista a Iberia que, sin ser el único, va a resultar determinante en el ámbito de la Unión Europea (UE).
En realidad, más que la sostenibilidad de uno u otro modelo, lo que parece antes o después inevitable es introducir en el negocio de la aviación comercial un ingrediente prácticamente común en la mayoría de servicios: segmentación. Porque no se intuye muy sostenible un esquema en el que, con ligeras y a veces inapreciables matizaciones, todos dan prácticamente lo mismo… unos por un precio y otros por bastante menos de la mitad.
ebadia@hotmail.com

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