jueves, octubre 25, 2007

Ignacio Camacho, El chivo expiatorio

jueves 25 de octubre de 2007
El chivo expiatorio

POR IGNACIO CAMACHO
CUANDO el maquinista del primer Ave a Barcelona asome la gaita por la ventanilla y al pisar la estación diga, como Tarradellas, «Ja soc aquí», Magdalena Álvarez no debería de ser ya ministra de Fomento. No porque el tren no vaya a estar para antes de las elecciones -que tampoco está tan claro-, sino porque Zapatero va a tener que echarle algo de comer a los leones de la oposición, que aúllan hambrientos de carnaza en los parlamentos autonómico y nacional, y por el momento desdeñan a Villar Mir como chivo expiatorio. Quieren una pieza más suculenta que el simple adjudicatario de las obras, que es al que quiere entregar el Gobierno para sacudirse, como Pilatos, sus responsabilidades.
En el manual de crisis que todo gobernante guarda en un cajón se prescriben tres pasos esenciales. El primero es negar la evidencia, lo que inicialmente intentó en vano lady Aviaco, y el segundo, cuando la emergencia se vuelve inocultable, minimizarla anunciando soluciones urgentes. Eso es lo que Z, entonces aún ZP, hizo al comprometer la fecha crítica del 21 de diciembre. El tercer paso, previsto para el momento en que el problema se escapa de las manos y queda por completo fuera de control, es encontrar a alguien sobre quien descargar la culpa. En esas estamos.
Como no se puede culpar a ninguna administración subsidiaria, porque tanto la autonómica como la local están en manos socialistas, el Gobierno ha puesto los ojos en la constructora, no sin antes sugerir que el proyecto embarrancado fue heredado del PP. Pero como es difícil encajar a Aznar en el desa-guisado, se lo quieren encalomar a Villar Mir, que es de derechas, rico, prohombre del ladrillo y, para colmo, del Real Madrid. Lo han acusado, con veladuras, filtraciones y sugerencias, nada menos que de sabotear adrede el proyecto, pero la enormidad no ha colado porque hasta el rojo más recalcitrante sabe que los ricos podrán ser malos, pero no tontos, y a ningún constructor se le ocurriría enemistarse adrede con el primer contratista de España, que es Fomento. Además, si ha habido negligencias o fallos de ejecución, la responsabilidad final, la política, sigue siendo del Gobierno, que es el que tiene que velar por la obra y, en todo caso, multar o penalizar al adjudicatario. La oposición política exige culpables políticos, y Villar no se presenta a las elecciones, salvo a las del Madrid, que por cierto las perdió.
Así que las miradas de las fieras siguen clavadas en Magdalena Álvarez, el último fusible de Zapatero antes de que le alcance de lleno la descarga de ira de los damnificados por el caos, que suelen votar socialista. En Cataluña quieren que el presidente aparte del asunto a la pendenciera lady, y nombre un gabinete de crisis al mando de Mercé Sala, que es catalana, presidió RENFE, es de la causa y entiende el negocio. Si el presi no tuerce el brazo, le van a doler los bíceps y la cabeza. Sobre todo si se da el caso de que se aplace la inauguración del AVE catalán mientras se cumple el calendario del de Málaga, y Magdalena llega a su pueblo exultante a bordo de la flamante locomotora. Eso en Barcelona no iba a gustar nada. Pero que nada, nada.

http://www.abc.es/20071025/opinion-firmas/chivo-expiatorio_200710250246.html

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