jueves, octubre 25, 2007

Ferrand, Ministro parapeto

jueves 25 de octubre de 2007
Ministros parapeto

POR M. MARTÍN FERRAND
ASEGURA Baura que, antes, todos los pueblos de España tenían su propio tonto. El tonto del pueblo. Un tonto-institución tan inseparable de la personalidad colectiva del lugar como el cura, el médico, el boticario, el maestro o el comandante del puesto de la Guardia Civil. Los tiempos cambian y los pueblos se conforman con tener alcalde y concejales. Los curas escasean y deben repartir su presencia entre varias parroquias, los médicos ya no son «de pueblo» y también tienden a concentrarse, como los maestros y los guardias. Sólo los farmacéuticos siguen en su puesto y, muchas veces, suplen la función de sus viejos y tópicos compañeros de casino y de partida; pero, ¿qué ha sido de los tontos?
José Luis Rodríguez Zapatero, gran estratega de la mediocridad, debe de saber mucho sobre el particular porque en sus equipos de trabajo, aparte de la paridad, suelen aparecer siempre algunas personas de función imprecisa, aunque el rótulo de la puerta de sus despachos sea bien concreto, que cumplen la función de los chivos expiatorios de cuando la gente era más piadosa y temerosa de Dios. En lo que respecta al Gobierno (del Reino) de España son los ministros parapeto, la percha de todos los golpes y el desahogo de buena parte de los críticos que, gracias a ellos, mantienen indemnes a otros ministros tan ineficaces, pero con menos vocación de muñecos de pimpampún. Ejercen en el poder la función de los tontos en los pueblos de antaño.
Magdalena Álvarez y Mariano Fernández Bermejo son los ministros parapeto para este final de legislatura. La titular de Fomento acostumbra a decir cosas tan chuscas e incoherentes que ella solita es capaz de polarizar buena parte de las muchas reacciones negativas que provoca el Gobierno. Un chollo. Un parachoques tan elástico y resistente, capaz de absorber muchos de los golpes que genera la torpe conducción de Zapatero, no tiene precio y mientras, frente al generalizado clamor que solicita su dimisión puede sostenerla en su sillón, no tendrá el PSOE más eficaz cortafuegos ni más sólida muralla de protección.
Lo de Fernández Bermejo es otra cosa. Maneja el despropósito -la parida, como dicen los castizos- con tal destreza que le basta con disparar al aire cualquiera de sus ideas para que cunda la confusión y las gentes, incluso las más conspicuas, dejen de atender a lo que importa para concentrarse en sus variadas e insensatas chocarrerías. La última, en la que se confunde la dedicación académica con la función judicial, es para nota. Ya se sabe que el socialismo es una postura equidistante entre la libertad y sus garantías y la excelencia y su pretensión, y así, en labor de síntesis, el ministro amenaza con derruir un edificio fundamental en la democracia. Quizá no lo pretende en el fondo, pero nos distrae de otras cuestiones.

http://www.abc.es/20071025/opinion-firmas/ministros-parapeto_200710250246.html

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