viernes, octubre 19, 2007

Huelga contra Sarkozy

viernes 19 de octubre de 2007
Huelga contra Sarkozy
EL otoño se pone negro para Nicolas Sarkozy en Francia. Tarde o temprano tenía que producirse la ruptura del idilio que mantuvo con los franceses desde su elección. La seducción ha durado cinco meses y Sarkozy cae en las encuestas de popularidad con tanta rapidez como subió durante el verano. Francia se resiste a los cambios. Proclamar la necesidad de los mismos es fácil, pero ya se sabe que los franceses disfrutan con la retórica. Más difícil es verlos pasar a la acción. Entonces todo cruje. Sobre todo, cuando hay que reanimar a un país abotargado por el peso del gasto público. Cambiar Francia no va a ser fácil. Durante décadas la sociedad gala ha vivido asfixiada dentro de una burbuja de bienestar intervencionista. Sectores importantes de la economía están acostumbrados a mantener niveles de productividad muy bajos y una parte sustancial de la población ha aclimatado sus ritmos de vida a hábitos casi funcionariales. Francia no arranca y va a ser muy difícil que lo haga. De evitarlo ya se encargan los pretorianos sindicales, que saben bien cómo ganar un pulso detrás de otro a los gobiernos de la derecha francesa. Bajaron los humos reformistas de Chirac nada más ser reelegido en 2002 y tratarán ahora de cortocircuitar la energía de Sarkozy colocándole ante la tentación de mirar por el rabillo del ojo las encuestas de popularidad. La batalla será dura y larga. Tendrá varios actos y el de ayer fue sólo un ensayo con el que los sindicatos lograron colapsar el país ya que no circularon el metro, los trenes y los autobuses.
La huelga fue la respuesta a la reforma que pretende llevar a cabo el ministro de Transportes, Xavier Bertrand, con el fin de recortar las jubilaciones privilegiadas y los planes de pensiones de los que disfruta este sector. De poco sirvieron las invitaciones a la negociación que se hicieron desde el Gobierno. Los sindicatos quieren el todo y cualquier reducción de sus pensiones es considerada como inaceptable. Se saben fuertes y se atienen a los precedentes. Por otra parte, confían en que no estarán solos en su lucha contra Sarkozy. Los funcionarios anuncian posibles movilizaciones en pocas semanas si se materializan los planes de reducción de 23.000 empleos en la administración, y más adelante pueden unirse otros sectores. Todo dependerá del ritmo de las reformas que se promuevan, así como de la intensidad y alcance de las mismas. De hecho, cuanto más se aproximen a alguno de los puntos neurálgicos que sustentan la extensa capilaridad del sistema de bienestar social, no cabe duda de que la reacción sindical aumentará en su virulencia. Si así fuera el invierno puede ser más conflictivo que el otoño, agravándose el escenario económico del país debido a su progresiva inestabilidad social. Por el momento Sarkozy se muestra decidido y quiere seguir adelante con las reformas. Es más, a pesar de la erosión en el respaldo popular, se sigue sabiendo fuerte. La sombra del respaldo de las urnas logrado en mayo le protege y avala a la hora de mantener su pulso. Todo depende de que sea capaz de persistir en su empeño durante esta dura prueba a la que tendrá que someter su carácter.

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