lunes, octubre 01, 2007

German Yanke, Terapia para Ibarretxe

martes 2 de octubre de 2007
Terapia para Ibarretxe Germán Yanke

La debilidad y las deficiencias se observan con más facilidad en los momentos difíciles. Estamos en uno de ellos y, desgraciadamente, la debilidad y las deficiencias de nuestra vida política aparecen en el panorama subrayadas. No se sabe bien qué pasara con exactitud con el esperpéntico (esperpéntico pero peligroso) plan de Ibarretxe pero, tal y como están las cosas, lo que sí sabemos es que, si no se actúa con coherencia y eficacia, el asunto acabará mal.
Lo que ya ha hecho Ibarretxe no es propiamente un reto al Estado, palabra que no describe adecuadamente lo ocurrido, sino un claro ataque al Estado democrático que revela, siendo como es presidente de una comunidad autónoma, que anida en nuestro país —con fuerza y con resortes institucionales— una suerte de fascismo nacionalista que quiere cargarse la democracia y sus procedimientos. Un fascismo iluminado que se disculpa a sí mismo diciendo que la democracia no le satisface (y busca, por ello, “procedimientos” ajenos al sistema). No se puede tomar a la ligera, desde luego, y no basta con decir que, a la postre, su plan no llegará a efecto.
La ley no temblará, se dice adecuadamente desde el Gobierno para responder a la payasada de Ibarretxe de que, si no logra un acuerdo con el presidente Rodríguez Zapatero, no le temblará el pulso para llevar a cabo su proyecto de referendos. Si no temblor, al menos un escalofrío sí debería recorrer nuestra vida política como comienzo de una reacción a esta agresión a la democracia. La ley no temblará, pero la teórica seguridad jurídica no hace que los ciudadanos sepan cómo, de qué manera, qué ocurrirá según qué decisiones vaya tomando Ibarretxe. ¿Se aplicará el artículo 155 de la Constitución? ¿La Policía y la Guardia Civil impedirían por la fuerza una consulta ilegal convocada por el Gobierno vasco? ¿Simplemente se dejará hacer advirtiendo de que es ilegal? Si estuviésemos en un país serio, si los dos grandes partidos sostuvieran un mínimo consenso sobre las reglas políticas elementales, sabríamos la respuesta.
Por otro lado, si se toma en serio la gravedad de un proyecto como el de Ibarretxe, no se entiende que no haya una reacción común de PSOE y PP. Además, resulta tan vergonzoso como patético que a estas alturas (el lehendakari se ratifica, el que dicen que puede ser el futuro presidente del PNV dice apoyarla, etc.) los citados partidos no hayan iniciado conversaciones para remediar las consecuencias de sus desavenencias como, por ejemplo, el gobierno de Álava. ¿Pudiendo PP y PSOE iniciar un entendimiento en Álava y otras instituciones, van a dejar que las cosas sigan así y que esas mismas instituciones apoyen un proceso antidemocrático de “autodeterminación”?
Seamos serios: a cada mal, la terapia adecuada.

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