viernes, octubre 19, 2007

German Yanke, Ibarretxe: relativamente confortado

viernes 19 de octubre de 2007
Ibarretxe: relativamente confortado
GERMÁN YANKE
A nadie se le oculta que la esperpéntica propuesta de autodeterminación del lendakari no cayó bien en un importante sector del PNV. Pocos conocían el detalle de un plan que pretende comenzar de inmediato y que llega, al menos, hasta 2010. Y entre los que lo conocían y no veían el modo de evitarlo estaba el presidente del partido, Josu Jon Imaz, al que la noticia animó, por no respaldarla, a abandonar la política a finales de año y poner todo un océano de por medio.
Sin embargo, la oposición interna se expresa con tibieza, aunque sea por aquello de preservar la unidad de un partido que, en sus batallas por el poder, ha estado al borde de una escisión. El que va a ser sucesor de Imaz, Iñigo Urkullu, suscita quizá mayor animadversión personal entre Arzalluz y los suyos, pero es, a diferencia del actual presidente del PNV, un hombre más del aparato que de reflexiones intelectuales y, por ello, se acomodará con menos problemas a las circunstancias y al poder real que, de la mano del lendakari y del presupuesto público que maneja, han conseguido quienes hasta ahora eran minoritarios en el partido, es decir, el sector que encabeza Joseba Egibar.
Urkullu, por el momento y para no comprometerse más de la cuenta sobre lo incierto de la autodeterminación de Ibarretxe, ha señalado que lo que tiene todo el apoyo del PNV es la búsqueda de un acuerdo «entre vascos», es decir, en el parlamento autonómico, en un plazo cuyo final ha fijado el lehendakari en junio de 2008. Se dice también que en EA no todos están a favor de la propuesta pero uno de sus mayores valedores es el consejero Azkarraga, de ese partido, sin que se conozca el más mínimo reproche oficial. IU, de la mano de Javier Madrazo, enarbola la misma bandera y arrastra de algún modo a Llamazares, que tiene ahora que apechugar con las consecuencias del apoyo de sus compañeros vascos. Todos se apuntan a lo que intentan que suene bien: la búsqueda de un «acuerdo entre vascos», bien sea negociando en el Parlamento o repitiendo, como sugiere Ibarretxe, la escena del sofá en La Moncloa para lograr el pacto del Estatuto catalán. Luego ya se verá: o se sigue adelante o se aprovecha el victimismo.
Es en este escenario en el que llama la atención que la contestación de Rodríguez Zapatero durante su entrevista con el lendakari subraye que la propuesta (que definió con ligereza como una mera idea o un Plan Ibarretxe B) no cuenta con el apoyo suficiente en el País Vasco. Podía haberle hablado de la soberanía nacional, pero le remitió a buscar apoyos «transversales». Le dijo, es cierto, que la consulta que preconiza es ilegal y no se hará, pero, en vez de aclarar que en ningún caso habrá una consulta de autodeterminación -o previamente de pronunciamiento sobre una soberanía distinta a la de todos los españoles, que es lo que el lendakari quiere en una primera fase-, le explicó que los referendos son competencia del Estado, el Gobierno o de as Cortes.
Se ha especulado mucho sobre la resistencia de Ibarretxe, que salió de la reunión hablando de un comienzo de negociación, a entender lo que le dijo Zapatero. Sin embargo, si los fundamentos de la respuesta fueron los expuestos por el presidente, se entiende que el lehendakari se abonara a la versión más optimista pero no imposible: busquemos el acuerdo en el País Vasco, sigamos hablando, y busquemos el acuerdo después sobre como realizar la consulta.
No se olvide que, en este contexto, Ibarretxe contará con el apoyo de los socialistas vascos a su presupuesto (y con la tranquilidad que eso conlleva hasta junio de 2008) y que el PSOE tendrá el del PNV para aprobar los Presupuestos Generales. Y que el PSE, rechazando la nueva propuesta del lendakari, insiste en que está abierto a un nuevo pacto distinto «y con más apoyo» (que no puede ser otra cosa que el de la Izquierda Abertzale y la satisfacción de los recelos soberanistas del PNV) que el Estatuto de Gernika. Y que el ministro de Justicia dice que se volverán a dar las condiciones para dialogar con ETA, lo que trae a la memoria las vergonzosas conversaciones en Loyola y distintos lugares del mundo que Ibarretxe esgrime para que nadie le niegue el derecho a negociar su propuesta.
Con todos estos datos, quien diga ahora que la autodeterminación de Ibarretxe ha entrado en dique seco se equivoca. Para empezar, se ha asegurado ser el candidato del PNV en los próximos comicios y, aunque sin duda fracasará, su plan sigue latiendo y alentando una deriva que, en el fondo, atenta contra los derechos individuales y políticos de los ciudadanos españoles, que es lo que Zapatero debería preservar más allá del talante «dialogante».

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