martes, octubre 16, 2007

Florentino Portero, El duro despertar

martes 16 de octubre de 2007
El duro despertar

FLORENTINO PORTERO
No cabe duda. A estas alturas Gordon Brown es plenamente consciente de que el período de gracia concedido a cada recién llegado al 10 de Downing Street ha finalizado. La realidad se ha impuesto y no resulta muy agradable.
La renuncia de Tony Blair tuvo el efecto de una válvula que se abriera, liberando las tensiones acumuladas y reduciendo la temperatura interna. Gordon Brown es político de imagen consistente y reputado prestigio como hacendista. Todo ello hizo de su llegada un acontecimiento positivo, hasta el punto de tentarle a convocar nuevas elecciones y consolidar una nueva mayoría parlamentaria, ésta sólo suya. Sin embargo, ni Blair era el único problema de los laboristas, ni Bush lo es de los republicanos. Con Blair se va su historia, pero también su liderazgo, su programa y su agenda política. Hasta la fecha Gordon Brown no ha logrado reemplazar estos tres elementos esenciales y no renovará en el cargo si no lo consigue.
William Rees-Mogg, una de las leyendas vivas del periodismo británico, destaca en su columna en el matutino «The Times» el contraste entre las conferencias anuales de los dos grandes partidos británicos. Si en los conservadores era evidente la vitalidad de un núcleo dirigente en torno a un programa, en los laboristas destacaron el cansancio y la falta de ideas. Las brillantes intervenciones de Osborne y Cameron deslucieron el discurso grisáceo de Brown.
El «Sunday Telegraph» ha publicado una encuesta en la que los conservadores se sitúan siete puntos por encima de los laboristas. Desde 1992 no tenían un sondeo tan favorable. A Brown no le basta con moderar algunos aspectos de la política «blairista», tiene que definir una nueva agenda y eso supone reabrir la caja de los truenos.
El debate sobre los impuestos es un ejemplo tanto de esa falta de programa como de las serias diferencias internas. Los seguidores de Blair no le perdonan su «traición» y la izquierda quiere cobrar los réditos de su apoyo para forzar el cambio. Brown tiene que demostrar su liderazgo y no le resultará fácil.

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