miércoles, octubre 10, 2007

Fisicoquimica de superficies

jueves 11 de octubre de 2007
Fisicoquímica de superficies
En este comienzo del siglo XXI, acostumbrados como estamos a los recientes avances en nanociencia y nanotecnología, cuesta imaginarse cómo se veía el mundo cuando mover un átomo individual era algo reservado a los científicos teóricos o a los escritores de ciencia ficción. Y sin embargo, una generación de científicos vio la oportunidad abierta por los avances instrumentales para conseguir un salto cualitativo en un campo que se había resistido a numerosos esfuerzos por estudiarlo: el comportamiento de las superficies de los materiales en general, y las reacciones químicas sobre esas superficies en particular.
Lejos de la popular imagen de la torre de marfil del científico, los exitos (y los fracasos) de estos objetivos nos rodean por doquier. Nuestras esperanzas para combatir el incremento de CO2 en la atmósfera descansan en buena medida en el diseño de sistemas que capturen el CO2, de materiales que almacenen hidrógeno, y en la construcción de celdas de combustible que nos proporcionen electricidad. Esto, dejando de lado que los ordenadores que fabricamos se basan también en el control atómico de numerosos procesos químicos en superficies.
Gerhard Ertl ha sido galardonado con el premio Nobel de Química por su dedicación a estos objetivos. No lo ha ganado por inventar una técnica nueva o descubrir un fenómeno desconocido sino por dedicar todas sus energías a utilizar toda técnica que pudiese acercarlo a la comprensión de la reactividad química en superficies, aunque gran parte de su prestigio descanse en sus estudios de los mecanismos de reacción de la síntesis del amoniaco y de la oxidación del CO. Campos de aplicación de sus estudios son la producción de fertilizantes o los catalizadores que empleamos en los coches. Todos los que trabajamos en fisicoquímica de superficies nos alegramos por la concesión de su premio, y tras un brindis, volvemos al laboratorio a seguir la línea que nos ha mostrado. Eso sí, igual que pocos igualaremos sus logros científicos, tampoco muchos alcanzaremos su maestría con el piano.

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