miércoles, octubre 10, 2007

Al alcalde de Lepe

jueves 11 de octubre de 2007
Al alcalde de Lepe
Muy señor mío:
Me dirijo a usted con el ruego de que me conceda asilo en su pueblo, ya que por aquí abunda la gente que se toma en serio a sí misma y cada vez veo el porvenir más estrecho. Cómo será la cosa que incluso los hinchas del Atleti, hasta ayer capaces de ironizar sobre su condición de perdedores, se nos han puesto circunspectos. Todo porque en un vídeo del Metro de Madrid se presenta a un atlético como arquetipo del urbanita que prescinde del transporte público (insolidario), habla por teléfono mientras conduce (infractor), y fuma (la hez).
Lo preocupante es cómo cunde la suspicacia global. Cualquiera se molesta por una tontería dicha al otro extremo del planeta, porque la ofensa ajena es hoy un atajo para reforzar la identidad propia. Tanto colon irritable resulta más nocivo para la risa que la gravedad de gentes de las que nunca esperaríamos sentido del humor, como la Junta Militar birmana. Porque el componente ofensivo de las bromas no tiene la finalidad de degradar al ser humano, sino de recordarle que ya está degradado, como señaló la buena puntería de Orwell. ¿Será que hemos abandonado nuestra condición de bichos insignificantes en un remoto rincón del universo y nos hemos vuelto importantes? Podría parecerlo, si no fuera porque el año pasado murieron más de 40 personas en un accidente en el Metro de Valencia y no dimitió nadie. Y ahora, por un brote de ofensitis, en el Metro de Madrid han dimitido dos. Eso sí es una broma macabra, alcalde, por eso me urge su asilo. En medio de tanto ridículo, su pueblo se me antoja un oasis donde aún queda gente seria, de ésa que al investigar un crimen mata a un tipo en la reconstrucción de los hechos... y lo cuenta entre carcajadas.

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