miércoles, octubre 17, 2007

Ferrand, Televisiones liberticidas

jueves 18 de octubre de 2007
Televisiones liberticidas

M. MARTÍN FERRAND
ENTRE el PP y el PSOE, puestos a simplificar, median las distancias que separan la libertad de la igualdad. A las ideologías -a lo que queda de ellas- conviene dejarlas en su residuo seco si es que se las quiere utilizar para el análisis político. Luego, los hechos contradicen esos supuestos y, del mismo modo que quienes entendemos que la libertad es la meta de cualquier planteamiento democrático no necesariamente coincidimos con las líneas de actuación de la familia que dirige -es un decir- Mariano Rajoy, los grandes devotos de la igualdad no siempre se sienten reflejados en José Luis Rodríguez Zapatero.
Donde mejor se observa la diferencia operativa entre los dos grandes partidos nacionales es en el uso que cada uno de ellos hace de las televisiones públicas que les caen en sus turnos de poder. El PP y el PSOE hacen un uso igualmente sectario de esas televisiones, que, además, se asemejan en resultados inexplicablemente deficitarios. Los socialistas suelen reclutar para las tareas directivas de las televisiones públicas, nacionales o regionales, a profesionales mejor cualificados que los que utiliza el PP, un poco porque abunda más la disciplina en los territorios de la izquierda y un mucho porque la desfachatez del PSOE para defender sus despropósitos es más rotunda que la de los populares.
Acaba de dimitir el director de Telemadrid, Manuel Soriano. Deja la casa después de haber duplicado su deuda, que ya supera los 200 millones, y de haber reducido su audiencia a límites sin precedentes. Según parece, lejos de atajar el mal en sus raíces, la Comunidad de Madrid se dispone a elevar al director dimisionario a la presidencia de la entidad y nombrar directora a Isabel Linares, hasta ahora presidenta ejecutiva de Sanitas Residencial, la rama de Sanitas dedicada a cuidar y albergar ancianitos.
Esperanza Aguirre hablaba en su día de «privatizar» Telemadrid -un disparate-, pero optó por convertirla en lo que es, un pozo sin fondo, sin prestigio y sin audiencia. Además, en esperpéntica contradicción, lejos de cerrar Telemadrid, que, como todas las televisiones públicas, incurre en flagrante competencia desleal con las privadas, abrió otro canal autonómico -La Otra- en la que está a punto de conseguir el milagro de tener más trabajadores que espectadores. Todas las televisiones públicas, sin excepción, son liberticidas y superviven en Europa por una inercia miedosa después de la Segunda Gran Guerra. Mal está que no pueda establecerse un pacto político que las suprima o las convierta, lejos del poder, en verdaderamente públicas y no partidistas; pero que el PP compita en tan desafortunada carrera con las peores monturas y los más torpes jinetes es algo que, en el caso de Madrid, debiera explicar la presidenta que le ha quitado más de tres siglos de Historia a la Nación española.

No hay comentarios: