jueves, octubre 25, 2007

Ferrand, La huida de las musas

viernes 26 de octubre de 2007
La huida de las musas

M. MARTÍN FERRAND
ANTES, sin retroceder a los tiempos de Maricastaña, llamaba la atención el número de teatros existentes en Madrid. Impulsados por el interés de la iniciativa privada, abrían sus puertas, en funciones de tarde y noche, con variada oferta en la cartelera y el común denominador de notables actores en la cabecera de cada uno de ellos. Hoy ya no es así. Abundan los escenarios mínimos e ignotos, en los que alternan la innovación y la marginalidad, y son menos las salas tradicionales, las que se llenaban de un público burgués cuando la renta nacional negaba la existencia de las clases medias y la censura del franquismo limitaba las posibilidades del repertorio escénico.
Dicen que la carencia actual es un efecto secundario de la televisión. No lo creo. En Londres y Nueva York hay más y mejor televisión que la que aquí padecemos y no faltan ofertas teatrales, musicales o de verso, ni público para ellas. Además, la bazofia de los programas de mayor éxito, ¿puede ser una alternativa a Shakespeare y Lope o, incluso, a Alfonso Paso y Alonso Millán? La nuez del problema está en la competencia desleal que anula la iniciativa tradicional. En Madrid tenemos teatros de propiedad y gestión municipal, autonómica y estatal. Un disparate que, además de haber secuestrado muchos de los grandes teatros del pasado -alguno cerrado desde hace años-, gastan en salvas de un acomplejado «progresismo» la producción de espectáculos que no coinciden con la demanda social. El Teatro Español de Madrid, a rebosar en los días de José María Álvarez del Manzano, es hoy, en los de Alberto Ruiz-Gallardón, una oferta intermitente, escasa y con «éxitos» de dos docenas de espectadores.
En ese panorama, la Comunidad de Madrid promovió en su etapa anterior la edificación de los Teatros del Canal en un punto discutible -Bravo Murillo esquina a Cea Bermúdez, dos nombres cuya mera evocación debiera avergonzar a Magdalena Álvarez-, sin tradición escénica y sin densidad vecinal. Una multisala a falta del gran aforo que demanda ya un nuevo teatro capitalino. Ruiz-Gallardón le encomendó la tarea a un notable arquitecto, Juan Navarro Baldeweg, que, en lo que se aprecia desde el exterior, concibió unos volúmenes constructivos con sentido de la contemporaneidad y el equilibrio.
Como el sueño de una Administración, sea cual fuere su rango, es enmendar la plana a su predecesora, Esperanza Aguirre le ha dado la boleta al arquitecto y así las ya demoradas obras del nuevo teatro se alargarán un poco más. Cerrar los teatros antes de su inauguración es novedoso y concuerda con lo previsible cuando la voracidad de lo público usurpa las funciones que corresponderían a la iniciativa privada. Madrid es una ciudad en toque de queda cultural y Melpómene, Polimnia y Talía se han dado de baja en el PP.

http://www.abc.es/20071026/opinion-firmas/huida-musas_200710260253.html

No hay comentarios: