lunes, octubre 01, 2007

Ferrand, El pulso de España

martes 2 de octubre de 2007
El pulso de España

M. MARTÍN
FERRAND
COMO buena parte de los políticos del XIX, Francisco Silvela tenía sus querencias periodísticas. De hecho, se dio a conocer de joven, recién alcanzado el estatus de letrado en el Consejo de Estado, en las páginas de El Imparcial. Más tarde, tras su ingreso en la Real Academia Española, ya consagrado, tenía bajo su mano el diario El Tiempo. El día 15 de agosto de 1898, después de las catástrofes de Cavite y Santiago de Cuba, Silvela acudió a la redacción de su periódico, en la calle del Turco, la misma en que asesinaron a Prim y hoy conocemos por Marqués de Cubas. Se encerró en el despacho del director y escribió un editorial que apareció publicado a la mañana siguiente: «Sin Pulso». Con él nació la llamada literatura «del Desastre», la gran resaca del fracaso colonial y quedó definido un momento español muy concreto. Pocos meses después, Silvela pasó a presidir el Consejo de Ministros.
La España de hoy, también en tensión territorial, ¿tiene pulso? Según declaración de parte, quien sí lo tiene es Juan José Ibarretxe. Asegura el lehendakari que «no le temblará» frente a José Luis Rodríguez Zapatero a la hora de declararse fuera de ley -suponiendo que ahora esté dentro de ella- y convocar la consulta popular con que nos amenaza para el día 25 de octubre del año que viene, festividad de San Crispín, para que el gesto concuerde con «el tinglado de la antigua farsa» que inspira «Los intereses creados».
La Nación, o lo que queda de ella, no parece tener pulso y, si lo tiene, apenas se aprecia. Cualquiera puede poner en evidencia su raquítica condición y el Estado, que sólo opera con eficacia a los efectos recaudatorios, va de las lágrimas de la derecha a los irresponsables suspiros de la izquierda en constante uso bastardo de la letra y el espíritu de la Constitución. ¿Zapatero tiene pulso? Si lo tiene ¿le temblará al hacer que Ibarretxe, o cualquier otro líder en presencia, cumpla la ley? No parece probable, aunque aquí todo es posible, que quien ha propiciado con su buenismo oportunista la lamentable situación actual sea quien, precisamente, la contenga y deshaga.
La herencia de Silvela le cae más cerca a Mariano Rajoy que a Zapatero. ¿Tiene pulso el líder del PP? Tan obsesionado como está en el control del tiempo podría ser que los médicos de su proximidad, comenzando por Ana Pastor, confundan el tic-tac de su reloj con el latido de sus venas. Si políticamente estuviera vivo, observaríamos en él más actividad, mayor fuerza en sus dichos, brillo más notable en su equipo próximo y propuestas de mayor grandeza. Dada la situación, no se trata de que los españoles tengan vivienda y asistencia para sus males odontológicos. Lo primero que necesitamos los españoles que no queremos renunciar a serlo es una Nación y un Estado. La Nación está como cuando el editorial de Silvela y el Estado, me temo, algo peor.

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