jueves, octubre 04, 2007

Fernando Cortes, Rato pregunta por Solbes

jueves 4 de octubre de 2007
Rato pregunta por Solbes

FERNANDO
CORTÉS
Por fín hay una respuesta para la pregunta del millón. Ya sabemos la verdadera razón del regreso de Rodrigo Rato a España. No vuelve para suceder a Mariano Rajoy al frente del PP ni para presidir el Banco Santander, como ha dicho alguien. Su verdadera intención es echarse a la cara a Pedro Solbes y exigirle que le repita, mirándole a los ojos, eso de que el último Gobierno de Aznar dejó la despensa del Estado «vacía y la última compra sin pagar».
Hasta hace poco, al responsable económico del Ejecutivo se le consideraba a salvo del «efecto Pepiño», que obliga a quienes lo padecen a incluir no menos de tres insultos en cualquier frase que pronuncian, aunque sea de forma gratuita y no vengan a cuento. Parece, sin embargo, que no; en los últimos días el vicepresidente ha demostrado que puede ser tan faltón y sectario como el que más.
Rato no es, sin embargo, el único que querría tener unas palabritas con Solbes. Esperanza Aguirre, por ejemplo, estaría encantada de intercambiar con él un par de frases amables respecto a los presupuestos y las razones que ha esgrimido para jutificar que las aportaciones que recibe Madrid se hayan quedado más congeladas que los perros que llevó Admunsen a su expedición a la Antártida.
Claro que Pedro Solbes no es más que un fiel ejecutor de las órdenes de su jefe, José Luis Rodríguez Zapatero, que aplica sin complejos el principio de «al enemigo ni agua». Da igual el criterio que se utilice a la hora de repartir los dineros del Estado entre las comunidades autónomas; las del PP se quedan a dos velas. ¿O qué se habían pensado ustedes? El año que viene hay elecciones y con esas cosas no se bromea.
Para las regiones gobernadas por el PSOE se buscan fórmulas a medida. Asignaciones en función de la población (Andalucía), de la aportación al PIB (Cataluña) o, si es necesario, de los kilómetros de costa (es un decir, claro). En cada caso, Solbes ha encontrado la fórmula adecuada para completar con éxito ese ejercicio de arbitrariedad electoralista que constituyen los Presupuestos Generales para 2008. Si eres de los míos, pasa por caja.

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