lunes, octubre 15, 2007

Enrique Ortego, Dos "Luises" en un Luis

lunes 15 de octubre de 2007
Dos «Luises» en un Luis
ENRIQUE ORTEGO
Para un mejor entendimiento de estas líneas, debería aclarar que conozco a Luis Aragonés desde hace treinta años y la relación, con las reservas que plantean nuestras profesiones, está más cerca de la amistad que del simple conocimiento. Esa cercanía en el trato posiblemente haya influido en ocasiones a la hora de valorar en su justa medida las salidas de tono que ha tenido en los últimos meses, pero en lo que nunca-jamás existió ni existe influencia es en el aspecto futbolístico, en su faceta de entrenador. Ahí está lúcido.
En este Luis de 69 años hay dos «Luises». El Luis-entrenador mantiene una línea coherente. Desde que llegó apostó por un estilo de juego y no ha traicionado su idea. Como mucho se le podría acusar de haber desplegado una serie de alternativas tácticas siempre dentro de un mismo patrón. Atrás siempre ha defendido con cuatro hombres en zona. No es el modelo que más le gusta. De haber contado con dos laterales de largo recorrido no le hubiera importado jugar con tres centrales, como en sus tiempos del Valencia, Sevilla, Español y Atlético, en una primera etapa.
En fase ofensiva comenzó jugando con dos extremos, (Joaquín, Reyes, Vicente...) y dos delanteros, para dar un golpe de timón cuando se dio cuenta de que el funcionamiento colectivo no era el adecuado y el equipo no terminaba de jugar bien, como a él le gusta. Entonces apostó por el juego por dentro. Interiores por extremos. También tira de una propuesta mixta con una banda «ciega» ocupada por un delantero o un centrocampista y otra con un especialista, como el sábado en Aarhus (Joaquín e Iniesta).
Sea como fuere su concepto futbolístico siempre ha partido de la posesión del balón, del juego combinativo, de toque y velocidad. Unas veces ha salido mal (Irlanda del Norte e Islandia como lunares más negros) y otras mucho mejor, como por ejemplo el sábado, con una primera parte de alta fidelidad balompédica.
El Luis-entrenador está entero. El vestuario está con él por mucho que algunos digan lo contrario. Salvo la maldita polémica de Raúl tampoco se discute los futbolistas que elige. Los problemas son del Luis-civil. Ahí es donde a veces patina. Todos sus pecados son de palabra o hechos extradeportivos. No es cuestión de recordarlos ahora, pero son los que han enturbiado su imagen exterior. Maneja la pizarra con soltura, pero no le ocurre lo mismo en su relación con el prójimo. Es un pésimo relaciones públicas de sí mismo. A sus años y avisado como estaba - no era la primera vez que le traicionan las cámaras-, no le puede pasar lo del jueves con Raúl por enésima vez como protagonista. ¡Qué pesadez!

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