lunes, octubre 15, 2007

Enrique Badia, Cuando el tren imita al avion...

martes 16 de octubre de 2007
Cuando el tren imita al avión… Enrique Badía

A prácticamente dos meses de llegar a Barcelona, Málaga y Valladolid, los servicios de alta velocidad de Renfe parecen encaminados a emular lo peor del transporte aéreo, en lugar de competir directamente con él. Es así porque viajar en AVE es, desde hace algunas semanas, una especie de lotería: nunca se sabe con seguridad a qué hora va a salir y llegar el tren. Aunque por razones distintas, es poco más o menos lo mismo que suele pasar con el avión.
La causa de la incertidumbre ferroviaria está en una huelga un tanto sui generis, pero huelga a fin de cuentas, que tienen declarada los maquinistas destinados a ese tipo de líneas y trayectos. La convocatoria consiste en paros parciales los siete días de la semana, a primeras horas de la mañana y últimas de la tarde-noche, y es peculiar porque, según reconocen tanto la empresa como los convocantes, hasta el último momento no se conoce quién va a secundarla y quién elegirá trabajar con normalidad.
Como corresponde a un servicio prestado en régimen de monopolio, existe la obligación de fijar y cumplir servicios mínimos, lo que en principio debería dejar claro qué trenes van a circular y cuáles no, dando además por supuesto que los no cancelados van a funcionar sin alteración. Pero la realidad no va por ahí.
Puede ocurrir —nunca se sabe antes— que el viajero llegue a la estación y se encuentre con que el tren para el que tenía reservada —y pagada— plaza se ha cancelado o llega la hora programada de salida sin que en ningún sitio se indique en qué vía está situado. Y, como es proverbial en la compañía, nadie informa, nadie sabe nada… e incluso ocurre el esperpento de que la megafonía avisa de la salida inmediata de ese tren que nadie sabe dónde está y al que no ha habido modo de subir.
Tiempo después —a veces más, a veces menos—, alguien acaba anunciando que los pasajeros pueden dirigirse al control de acceso para embarcar, por descontado sin disculpa ni explicación del retraso ni la menor pista de a qué hora partirá el tren.
Cuando por fin el viaje arranca, las cosas no van demasiado mejor. Sólo al cabo del rato, la megafonía interna comunica que lamenta el retraso producido, pero advierte que los pasajeros no tienen derecho a percibir la compensación incluida en el compromiso de puntualidad. Lo que se confirma al llegar a destino porque los empleados entregan una hojita que, bajo el título “no derecho a devolución”, contiene alguna perla digna de comentario.
Afirma el referido impreso que “el motivo de la incidencia no es imputable a Renfe Alta Velocidad-Larga Distancia”, ante lo que cualquiera se pregunta: entonces, ¿a quién? Y por si no quedara suficientemente claro, añade: “no nos podemos hacer responsables del retraso”. Entonces, ¿en qué consiste el compromiso de puntualidad? El sentido común sugeriría que Renfe debe ser responsable de lo que hagan sus empleados… pero se ve que no.
Sin duda, todo se podría evitar si los responsables del monopolio ferroviario hicieran al menos dos cosas: cancelar los servicios que no están seguros de poder prestar normalmente y, dado que el presente conflicto consiste en paros parciales, modificar horarios para que el viajero no se encuentre con que no salen los trenes hasta que se acaba el período de movilización laboral.
De paso, tendrían que eludir el riesgo de que alguien decida iniciar acciones por posible publicidad engañosa en su compromiso de puntualidad, dado que parece que sólo rige cuando los trenes llegan a la hora… lástima que violentar el sentido común no esté tipificado: algunos lo pasarían bastante mal.
ebadia@hotmail.com

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