lunes, octubre 08, 2007

Daniel Martin, Las reglas de ETA

martes 9 de octubre de 2007
Las reglas de ETA Daniel Martín

España funciona al revés. Desde el Congreso, donde los diputados andan liados con una ley para revisar el pasado y, ¿quién sabe?, desbaratar el ordenamiento jurídico, hasta la selección de fútbol, donde el mejor Raúl del siglo no juega por voluntad de un seleccionador que incumplió su promesa de dimitir tras Alemania 2006, pasando por un sistema autonómico que se atreve incluso a dividir el curso imparable y milenario de los ríos. Pero nada asusta tanto como todo lo que tiene que ver con la banda terrorista ETA, el gran problema español desde hace décadas.
Durante años hemos asistido a una falsa tranquilidad disfrazada de tregua y llena de amenazas solapadas porque el actual Gobierno estaba negociando una salida política a un problema de orden público. Nadie creía en los terroristas menos Zapatero, que vio cómo en la T-4 del aeropuerto de Barajas se derrumbaban sus sueños de pasar a la historia entre toneladas de escombros y la muerte de dos personas. Sin embargo, el atentado no impidió que el entorno político que apoya y nutre a ETA gozase de cierta impunidad para acudir a la última cita electoral y conseguir varias concejalías y alcaldías.
El resultado ha sido nefasto. Desde las últimas elecciones municipales han sido muchas las amenazas a alcaldes y concejales no nacionalistas, y el conflicto vasco se ha visto traducido en una absurda e ilegal guerra de banderas, apoyada desde Cataluña por los elementos más fascistas de aquella tierra. ETA ha intentado atentar mientras en algunas calles del País Vasco se producían esporádicos ataques de lo que se suele denominar con el eufemismo kale borroka.
Tanto ha sido el desconcierto provocado por el invernal atentado de Barajas que no ha sido hasta otoño cuando se ha decidido actuar contra Batasuna, el arma propagandística y pseudolegal de la banda terrorista. Las reivindicaciones con violencia de ETA se convierten en la izquierda abertzale en victimismo y mentiras descaradas contra una España concebida como explotadora y enemiga. Kapuscinski dice que el nacimiento de un nacionalismo exige un enemigo contra el que rebelarse. España, tristemente, es actualmente el enemigo de muchos españoles que quieren dejar de serlo.
Así, el juez Garzón, mal instructor, sospechoso adalid de las causas más espectaculares, presunto prevaricador en cuanto lo oportuno de la apertura de sus causas, ha decidido tomar medidas contra la cúpula de Batasuna. Ahora, cuando ya no hay tregua y Zapatero, ¡por fin!, ha decidido dejar de bajarse los pantalones. Sospechosa coincidencia que, al tiempo que descabeza a la serpiente política y enfurece al hacha terrorista, da otro fuerte golpe a la credibilidad del sistema. ¿Por qué ahora? Algo olía a podrido en la Dinamarca de Hamlet. Aquí la putrefacción nos afecta como la peor de las pestes políticas.
Y es que en España parece que todo se regula según quiere ETA u otras minorías fascistoides. Es normal que, antes sus modos y ausencia de escrúpulos, estemos física y espiritualmente acongojados. Lo que no tiene nombre es que nos dejemos llevar como Sociedad y como Estado ante sus pautas, vocabulario y formas. Por ejemplo, estamos sometidos a sus palabras: banda armada, kale borroka, terrorismo de baja intensidad, miembro legal, activista vasco, movimiento nacional de liberación vasco, impuesto revolucionario, gudari, conflicto, etc. Cada una de ellas esconde algo mucho más siniestro pero, por alguna oscura razón, no nos atrevemos a mencionar su verdadero nombre: banda mafiosa, terrorismo callejero, crimen organizado, chantaje, extorsión, delincuente, fascista, absurdo, violencia gratuita... Porque, no lo olvidemos, ellos pretenden buscar una Euskadi independiente que se rija por leyes democráticas. ¿Alguien en sus cabales puede creerse tal embuste?
Llevo años viendo cómo estos delincuentes bárbaros, salvajes, enemigos de la libertad y el individuo, juegan a ser violentos para defender su propia liberación. ¿De qué? ¿No jugamos nosotros a liberarnos de un asunto tan amenazador como absurdo? ¿En serio pueden usar la palabra libertad y nosotros permitirlo a la hora de informar o hablar sobre ellos? ¿Por qué hablamos como ellos y permitimos que la justicia actúe según manejen sus treguas?
ETA es un problema de imposible solución. Su esencia ideológica es débil, fuerte gracias al apoyo del mal llamado nacionalismo moderado —un oxímoron—, y la gente que vive del asunto mucha y poco dada el sacrificio auténtico, humano y responsable. Al contrario de lo que dicen muchos, ETA se parece más a la Mafia siciliana o a la Camorra napolitana que al IRA. Lo que más nos daña, sin embargo, es que nuestras formas de vivir, actuar y hablar estén sometidas a las reglas que dicta la propia banda terrorista. Así no hay sistema que aguante, menos un sistema que por definición no funciona.
dmago2003@yahoo.es

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