miércoles, octubre 17, 2007

Cesar Alonso, Los martires

miercoles 17 de octubre de 2007
Los mártires

CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
El proceso de beatificación de los mártires españoles forma parte del fondo del paisaje de mi vida. Como un hecho familiar, discreto, interiorizado, tan habitual como la presencia que se desprendía de la gran fotografía de mi tío que presidía el comedor de casa.
Fue por los primeros años cincuenta cuando supe que se había acercado a casa un agustino que estaba trabajando en la causa y que trataba de acopiar datos sobre sus compañeros de Orden, asesinados durante la Segunda República Española, y concretamente sobre el hermano mayor de mi padre. Muy de tarde en tarde teníamos alguna noticia del proceso. Y de que seguía prosperando lentísimamente, como sucede siempre con las cosas de la Iglesia: tesonera, organizada eterna...
Si aquel fraile me dio permiso para hacerme de izquierdas e incluso con su ejemplaridad me animó a que trabajara por la «reconciliación» de los españoles, como realmente pienso que fue, ¿tendría alguien derecho a utilizarle con un propósito de confrontación y banderizo?
Después de que los partidos de izquierda pidieran por las calles la amnistía (el olvido) en las vísperas de la transición; después de que se materializara institucionalmente en una Constitución el nuevo sistema político; después de que se hubieran dado más de media docena de leyes amparadoras de los derechos de los vencidos en la Guerra Civil... el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lanza la idea de una nueva ley con la que se trata de ordenar las convicciones políticas y sociales de todos aquellos que se consideran demócratas.
A su entender estos están obligados a mantener una posición inequívoca sobre el Alzamiento del 18 de julio de 1936 y a partir de esta el reconocimiento de unas responsabilidades históricas.
Se olvida que para esa fecha la República había hecho imposible la paz (José María Gil Robles dixit) entre otras cosas porque antes y después de ella se entregó a la persecusión a muerte de todos aquellos que tenían y mantenían unas creencias religiosas. Antes que la política estuvo el martirio

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