martes, octubre 16, 2007

Angel Collado, Anestesia con Esperanza

martes 16 de octubre de 2007
Anestesia con Esperanza
ÁNGEL COLLADO
El Estatuto catalán no es nuevo, la consulta de Ibarretxe es otro «clásico», educación para la ciudadanía es un asunto de patriotismo, no hay campaña contra la Monarquía, el Rey «ha dicho lo de siempre», la ley de «memoria histórica» no debe molestar a nadie, las alertas sobre previsiones económicas de la Comisión Europea o el FMI están erradas -«se equivocan un rato» (chiste) -, TVE es independiente, se lleva muy bien con Rajoy y Juan Luis Cebrián es su «amigo». El presidente del Gobierno pide sosiego a todo el mundo con una lógica aplastante: no hay problemas mayores en España, son los demás los que sacan las cosas de quicio.
Zapatero hiló en el Foro ABC su discurso de exaltación macroeconómica de los últimos plenos del Congreso, con balance de fin de legislatura y triunfalismo preelectoral, que el auditorio, nutrido de empresarios, banqueros, altos ejecutivos y responsables de la política económica de su Gobierno ya se sabía pero escuchó con paciencia, aunque con algunas cabezadas por el empeño en alargarlo.
Cincuenta minutos de introducción hasta llegar a las preguntas. «¿Hay tiempo para el coloquio?», tuvo que preguntar el director de ABC porque Zapatero se había metido en la hora de la despedida. El presidente del Gobierno se vio obligado a entrar en asuntos de actualidad, durante el mismo tiempo que empleó en su discurso, pero siempre para negar el origen e incluso la existencia del problema que se le planteaba. Aguantó el repaso, pidió tranquilidad -más a la oposición que a sus socios nacionalistas-, y sólo se molestó un poco cuando le tocó hablar de su proyecto de «memoria histórica» o de su imagen de «debilidad» a la hora de defender la unidad de España, los símbolos nacionales o la Monarquía. Frente a las evidencias de las hemerotecas llegó a asegurar que el Rey recuerda en todos sus discursos lo útil que ha sido para la estabilidad política y la democracia.
Luego abrevió las respuestas y aportó luz al alcance de su ley de «memoria». La Iglesia no tendrá que quitar las lápidas en memoria de los sacerdotes asesinados por republicanos. Zapatero no se acordaba que quiénes eran los «visitadores» de La Moncloa, pero sí de que el consejero delegado de Prisa es su «amigo». Se hizo tan tarde que algunos invitados tuvieron que irse, pero la que aguantó hasta el final fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, atenta a la lección del maestro de la anestesia política.

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