martes, octubre 16, 2007

Quiñonero, Zapatero desune

martes 16 de octubre de 2007
Zapatero desune

JUAN PEDRO QUIÑONERO
Parece temerse que las iniciativas políticas de Rodríguez Zapatero aticen diversos fuegos incontrolables.
En Burdeos, Sud Ouest concluye un comentario sobre la tensa actualidad vasca recordando que, en definitiva, y a su modo de ver, ETA vuelve a recurrir a tácticas criminales que no había utilizado desde 2003, crecida tras la engañosa «tregua». En París, International Herand Tribune insiste en la radicalización verbal de Batasuna, desafiante, tras haber sido un «interlocutor» descarriado en la tenebrosa oscuridad de lo indecible.
Desde las Américas, el comportamiento gubernamental se percibe muy penoso para la declinante influencia española. Diario de América publica un editorial feroz, que comienza de este modo: «España ha celebrado desunida el aniversario de la etapa más gloriosa de su historia, una de las grandes epopeyas universales, el descubrimiento de América». El diario americano continúa: «Víctima de su desunión política y de los nacionalismos secesionistas, España nos da una penosa imagen». En México, Letras Libres, la gran revista cultural americana, afirma: «España ha vuelto a perder la oportunidad de hablar sin complejos de su papel pasado y presente en Hispanoamérica».
En Europa, en Zúrich, Neue Zurcher Zeitung también vuelve a la carga con las tribulaciones gubernamentales de antes, durante y después del 12 de Octubre, percibidas como un síntoma de malestar profundo, consecuencia de un largo rosario de iniciativas políticas antagónicas.
El deporte y el arte siempre aportan estímulos varios. El semanario Time publica un reportaje muy agridulce, temiendo que sea una «tarea quijotesca» intentar poner letra al himno nacional, víctima España de «orgullos regionales y conflictos ideológicos». El reportaje de Time termina con esta frase de María Vasco: «Yo soy catalana, pero no tendría ningún problema en cantar el himno nacional español. Sería fenomenal». En París, Le Figaro consagra tres páginas al fenómeno sociológico del Guggenheim bilbaíno, «símbolo de renovación», gracias a un arquitecto y una fundación privada norteamericana.

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