domingo, octubre 21, 2007

Alvaro Delgado Gal, Onirismo

domingo 21 de octubre de 2007
Onirismos

ÁLVARO DELGADO-GAL
Ocupamos el centro de una habitación enorme, atestada de gente. No vemos los rostros de los que nos rodean, ni oímos sus voces, pero sabemos, sabemos infaliblemente, que estamos sosteniendo una conversación en un idioma extraño. ¿En qué hablamos? En balcánico. El balcánico no es un idioma; ningún lingüista ha identificado jamás una lengua concreta que responda a ese nombre. Pero nuestro balcánico es rápido, persuasivo. En cierto instante apretamos los labios, formando con ellos el embudo que permite pronunciar la «u» francesa, y los circunstantes prorrumpen en aplausos. Nos despertamos. ¿Qué cosas admirables hemos dicho mientras éramos el hombre en medio de la habitación enorme? Imposible precisarlo. La gramática onírica conoce caminos, atajos, que no se pueden reproducir en estado de vigilia. Encendemos la luz y nos sentamos en el borde de la cama. En frente hay un espejo, en el que se refleja un tipo con pijama a rayas, sentado en el borde de una cama. A ese tipo le dolerán un poco las articulaciones cuando haga un esfuerzo por incorporarse del todo. Y es que la vigilia es más ingrata que el sueño. El sueño es maravillosamente fácil, es certero. En el sueño, al revés que durante la vigilia, somos capaces de atravesar las paredes y usar una lengua que no figura en el diccionario.
Les he relatado un sueño que he tenido o que habría podido tener. Y también les he relatado la sensación que experimenté escuchando el lunes pasado al presidente, en el Casino de Madrid. Me pareció que el presidente era el hombre de la habitación, y que yo vigilaba su sueño mientras él soñaba. Datos, cifras, hechos, entraban en una retorta mágica y se transformaban en otras cifras, otros hechos, otros datos. Consideremos, por ejemplo, la evolución de nuestra productividad. Ha mejorado durante los últimos meses. Ahora bien, no ha dejado de empeorar con relación a la media de los quince, incluidos los últimos meses. El presidente convirtió el descenso en un ascenso. Y construyó un itinerario fantástico que arranca de las inversiones recientes en «I+D» y concluye, tras el aumento de la productividad, en un aumento simétrico del PIB.
En este caso, el onirismo conceptual resulta más inquietante que la alquimia aritmética. Es notorio que el mecanismo que engrana la investigación con el crecimiento económico opera de modo lento y siempre problemático. Es notorio que una cosa es extender líneas de crédito a las empresas y engrosar el capítulo «I+D», y otra muy distinta que éstas apliquen los recursos con provecho. Es notorio que desde un tiempo crece nuestro PIB, pero no la renta per cápita. Es evidente que este contraste revela que la productividad no va bien. Es claro que hemos echado kilos gracias, en gran medida, a la inmigración masiva, la correlativa moderación salarial, y la subida del consumo interno. Ningún economista pone en duda que esto tiene algo que ver con la evolución negativa de nuestro equilibrio exterior. Ningún economista discute que el endurecimiento del crédito que la crisis mundial en curso ha provocado nos va a complicar la vida. Estos reparos no obran el menor efecto sobre el presidente. Son sólo cicaterías inspiradas por la mala fe. En cierto instante, en referencia a las estimaciones a la baja que el FMI ha hecho sobre el crecimiento económico español, Zapatero crispó el puño y endureció la voz, dibujando con el cuerpo un escorzo hostil. Los lingüistas profesionales sobran... cuando se está hablando en balcano.
El director de ABC levantó cuestiones que Zapatero había eludido en su alocución inicial: el desafío de Ibarreche, el estatuto de Cataluña, etc... Las señales no fueron buenas. Salí con el temor de que no se hubiese renunciado a averiguar un arreglo político con ETA. Las declaraciones ulteriores del ministro de Justicia no han atenuado este temor. Pero no quiero hacer aquí elucubraciones, sino desarrollar una crónica. El presidente, que en la práctica ha consagrado el Estatut, y que libra una batalla campal en el TC con el fin de evitar su revocación jurídica, concibe la explosión estatutaria que gravita sobre el país como la maduración natural del Estado de las Autonomías. Con respecto al Estatut, hizo una reflexión curiosa. Afirmó que se trata de la reforma de un documento constitucional; pero si el Estatut reformado procede de la Constitución, no puede ser inconstitucional, por lo mismo que de un tigre y una tigresa sólo puede salir otro tigre, es decir, una criatura de la misma especie. No hizo, claro esta metáfora concreta, pero el mensaje fue el que acabo de contarles. ¿Cree Zapatero en su argumento? Mi opinión, es que sí. No es, en rigor, un argumento. Pero la lógica onírica no se rige por los mismos principios que la diurna. El presidente navega en un espacio paralelo, y navega aprisa.
La distancia creciente entre la realidad y sus ilusiones, le harán cada vez más incompatible con quienes no se sientan obligados a darle, de oficio, la razón. Los líderes visionarios se pierden de vista, y con ellos, en ocasiones, los ejércitos.

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