lunes, octubre 15, 2007

Alberto Sotillo, Ya lo dijo Tolstoy

lunes 15 de octubre de 2007
Ya lo dijo Tolstoy

ALBERTO SOTILLO
Dijo Tolstoy que las familias felices son todas parecidas -y por tanto no sirven para una buena novela- y que cada familia desdichada lo es a su propia manera... y en ellas están las grandes historias.
En el mundo hay muchas familias desdichadas con las que narramos cada día el capítulo de una cotidiana tragedia. Su desgracia varía de una a otra, aunque todas parecen compartir una parecida ausencia. Los palestinos carecen de un Estado. Su lucha, su violencia, a veces su fanatismo, su inmensa tragedia es que no tienen esa garantía de la convivencia que es el Estado. Los israelíes todo lo supeditan a la seguridad de su Estado, pues saben que de ello depende su supervivencia. Los iraquíes viven en un infierno de autodestrucción aparecido tras la destrucción de su Estado. Los rusos se dejaron llevar por el pánico en Chechenia cuando se dieron cuenta de que la desaparición de la URSS casi les dejó sin Estado. Hoy, prefieren taparse los ojos cuando observan que kagebistas e inquietantes servicios de seguridad monopolizan la reconstrucción del Estado. Los bosnios vegetan en el limbo de una posguerra interminable, porque los acuerdos de Dayton les condenaron a vivir en un Estado inviable. Muchos musulmanes se pasan a las filas del integrismo a la desesperada, por ver si éstos les rehacen un Estado inepto, convertido en cueva de ladrones por una oligarquía corrupta.
En el mundo hay también familias dichosas, todas muy parecidas, como dice Tolstoy. Excepto, quizás, la nuestra, la española, que se muere por crear problemas donde no los hay. Las familias dichosas dan por sentado que su envidiada estabilidad se debe en gran medida a que cuentan con un Estado sólido, que protege la seguridad y los derechos de sus ciudadanos. Excepto la española, que parece que tenga nostalgia de aquellos tiempos en los que formaba parte de las familias más desdichadas del mundo y servía de inspiración a las más grandiosas novelas. No se entiende de otra manera esa pertinancia en inventar conflictos y arremeter con furia contra nosotros mismos, contra el Estado, cuya ausencia es común en todos los países desdichados.

No hay comentarios: