viernes 13 de abril de 2007
Apuntaciones sobre franquismo y política cultural y penitenciaria
Antonio Castro Villacañas
M IS lectores perdonarán el que de vez en cuando mire hacia atrás y de allí tome algún tema que si a primera vista puede parecer anticuado luego resulta ser también de plena actualidad. Así pasa con el que hoy ofrezco, impulsado por haber leído los elogios muy merecidos de la continua actuación -dentro y fuera de las cárceles- del grupo teatral "Yeses", compuesto por jóvenes presas de la cárcel de Alcalá- Meco, la mayor parte de clase humilde, condenadas por trapichear con drogas... ¿Desde cuando se hace teatro en nuestras cárceles, me he preguntado? Pues ni más ni menos que a partir de 1940, es decir, tras la victoria de Franco. El caso es que como la derrota del ejército rojo supuso el encarcelamiento de una multitud de jóvenes ymaduros ciudadanos españoles, varones en su mayor parte, los franquistas tuvieron que resolver dos problemas: el de cómo podían poner cuanto antes en la calle a tantos presos, y el de que se podía hacer con ellos mientras no fueran liberados. El primero se resolvió con el invento de la "redención de penas mediante el trabajo", artilugio consistente en valorar cada día de los voluntariamente trabajados por un preso en las tareas ofrecidas por sus mandos, de modo que –además del jornal correspondiente- su laboriosidad fuera recompensada con la disminución de su condena en el doble, el triple y hasta el cuádruple, según fuera la tarea realizada, de los días trabajados. El segundo se resolvió un poco más tarde, al decidir que podía considerarse como "trabajo" la actividad cultural que los presos realizaran dentro de las cárceles. El artilugio franquista sigue vigente, como hemos podido comprobar con el caso del errata De Juana Chaos. Lo único que ha cambiado es la seriedad con que se aplica el sistema: ahora, como casi todo en España, es mucho más frívolo y caprichoso que antes. Por eso, y teniendo en cuenta la condición de cada preso, ahora puede considerarse "trabajo redimible" de los erratas el leer un libro, tarea que no llegará a estimarse loable si el penado es un delincuente más o menos común... Volvamos a los tiempos de Franco. Uno de los hitos de la actividad cultural penitenciaria de entonces fue el Teatro Escuela del Penal del Dueso, cárcel de máxima seguridad establecida antes de la República en Santoña, provincia de Santander. Lo dirigió Cipriano Rivas Cherif, cuñado del presidente Azaña, quien durante la guerra comandó la compañía de Margarita Xirgu y fue un activo propagandista republicano. Tras huir a Francia con su hermana y cuñado, fue detenido por policías alemanes en 1941; entregado a España, se le condenó a reclusión perpetua -30 años- en 1942; en la cárcel franquista reprodujo el esquema de su buen Teatro Escuela de Arte Republicano, implantó un buen programa de formación teatral (que fue reconocido por el Sindicato Nacional del Espectáculo como válido a todos los efectos) y creó una compañía con los presos escogidos al efecto, entre ellos muchos comunistas. Esta compañía-escuela fue admirada e imitada por muy diversas escuelas de arte dramático. Incluía talleres de pintura, sastrería, electricidad, decorados y atrezzo, en los que encontraron ocupación otros muchos presos. La dirección del centro penitenciario, con el visto bueno de las autoridades superiores, le cedió un ala entera de la prisión para tal actividad. La compañía de El Dueso representó en el penal varias obras de autores clásicos y estrenó en España un par de obras de O'Neill. Cuentan que Benavente, invitado a una función de "El Alcalde de Zalamea", confesó que hasta ese día, y desde antes de la guerra, no había visto verdadero teatro... Una vez cumplida su condena, muy acortada por los beneficios penitenciarios ya citados, el director y los demás antiguos presos debutaron en Madrid, con actuaciones en los teatros Lara y Cómico hasta que cada uno de sus componentes buscó horizontes propios. Cipriano Rivas Cherif, acompañado de su predilecto Miguel Maciá, se exilió a México.
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