GARGANTA PROFUNDA
Zapatero pone a los guardias civiles de su escolta contra la pared
Elsemanaldigital.com
Los tiene muy, muy enfadados. Aunque la leyenda les pinte como superdotados muchachotes con talento innato para dar siempre en el blanco, al final son personas de carne y hueso.
8 de febrero de 2007. Algún extraño virus es el que contagia a los hombres cuando abandonan la sencillez de la vida cotidiana para hacerse cargo de las más altas cotas de Poder. No faltan los ejemplos de cómo ese virus se expande por la sensibilidad del líder. Tampoco el actual inquilino de La Moncloa ha escapado al efecto perverso de este germen. Aunque el caso de José Luis Rodríguez Zapatero ha llegado al punto de tener enfadado a su propio servicio de escoltas.La escolta del presidente del Gobierno está normalmente compuesta por una veintena de agentes de la Guardia Civil. El hecho es que estos miembros del Instituto Armado que acompañan a diario al jefe del Ejecutivo en todos y cada uno de sus traslados, según cuentan a Garganta Profunda fuentes de absoluta solvencia tienen serios problemas con sus ingresos. Y es que, al parecer, llevan meses sin cobrar las dietas y pluses por sus desplazamientos y horas extraordinarias. Sí, las películas los pintan fuertes, superdotados, con talento innato para dar siempre en el blanco, zafarse de los malos y defender con su propia vida a su protegido.La realidad, sin embargo, es más dura, y por eso el malestar de estos escoltas es razonable. Estos guardias civiles, que son de carne y hueso, están ya cansados de que la caja del Estado les deba su retribución. Eso es todo lo que hay. Ése es el paño que guarda el arca del carismático líder socialista. No hay más. El genio que la lámpara socialista alumbró tras los desastres de Almunias, Borreles y demás familia tiene a los responsables de su seguridad subiéndose por las paredes. ¡Qué episodio! Es cierto que el agitprop de La Moncloa, con la eficaz ayuda de los medios de comunicación afines, tejió una especie de aureola sobre el presidente del Gobierno que a punto estuvo de hacer fortuna entre el personal: Zapatero era un político de una pieza, una sabiduría concreta (si bien secreta), una buena suerte ¡ah, la famosa baraka! innata, y una especie de varita mágica que le permitía resolver y salir airoso de las situaciones más comprometidas. Claro que la imagen de sus propios escoltas reclamando sus dietas es el remate que pone al descubierto las verdaderas capacidades del leonés.
miércoles, febrero 07, 2007
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