ACONSEJADO POR SU ENTORNO
Zapatero delegará en Rubalcaba la "voz cantante" en la cuestión etarra
Miguel Ángel Orellana
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Será después de haber firmado con sus socios un nuevo "pacto antiterrorista", pero antes de eso La Moncloa quiere evitar que la banda terrorista monopolice la agenda política.
7 de febrero de 2007. Casi nada nuevo en el horizonte. El ahora truncado "proceso de paz" deslumbró a José Luis Rodríguez Zapatero. El primer efecto de un deslumbramiento es la ceguera. El segundo fue anular en el presidente del Gobierno la conciencia antigua de sus propias limitaciones. Esos dos efectos colaterales de sus tratos con la ETA afloran escandalosamente en este último tramo de la legislatura, sobre el que se han acumulado inexplicables errores cuya escenificación más reciente es la manifestación, de masiva asistencia, del pasado sábado convocada por el Foro de Ermua.La realidad conspira contra la España oficial y Zapatero vive la fase más aguda de su ataque de contrariedad con las elecciones autonómicas y municipales en puertas y las generales no tan lejanas. De ahí que el presidente del Gobierno haya empezado a hacer caso a las voces que dentro del Ejecutivo le han pedido que pase a la acción con nuevas –o no tan nuevas– iniciativas y acote el peso de la agenda vasca en el debate político. Así lo hacen saber a Elsemanaldigital.com fuentes monclovitas solventes. Y de hecho, el jefe del Ejecutivo ya ha empezado a realizar este punto de inflexión. Sin ir más lejos, el pasado sábado, Zapatero eludió toda referencia a ETA o a la lucha antiterrorista en el acto de apertura de la campaña del PSOE para las municipales. El presidente centró su discurso en derechos ciudadanos, democracia, políticas sociales y futuro. Ni alusiones al proceso de paz, ni críticas a la oposición del PP, ni llamamientos a la unidad a los populares y mucho menos a la manifestación del Foro de Ermua que se celebró pocas horas después. El presidente del Gobierno cerró el acto de presentación de las candidaturas socialistas a alcaldes de capitales de provincia y ciudades de más de 50.000 habitantes sin tocar ninguno de los asuntos que han sido recurrentes en todas sus últimas intervenciones, sobre todo después del atentado del 30 de diciembre. La cuestión no es eliminar el terrorismo de escena, simplemente porque es imposible. En el Palacio de La Moncloa son conscientes de que no tienen todas las cartas en la mano para controlarlo, pero en cambio sí que –tal y como le consta a este periódico- varios de los próximos colaboradores de Zapatero, e incluso algunos de sus ministros, le sugirieron que diese fuerza a otras materias en las que el Gobierno se ha movido con comodidad, como la política económica o las propuestas sociales. Se está tratando, por tanto, de buscar las vías de reafirmación de un liderazgo seriamente puesto en jaque tras el bombazo etarra.La intención de poner sobre el tapete nuevos temas será paulatina y alcanzará su cenit después de alumbrar por escrito un nuevo "pacto antiterrorista" con sus ya tradicionales socios parlamentarios en una ceremonia de fuerte calado político e institucional. Cuando se logre ese objetivo, el grueso de los mensajes que se produzcan en la cuestión etarra deberá recaer en el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. En definitiva, el Gobierno visualiza ese escenario para afrontar de lleno una precampaña electoral sin quedar atrapado en el laberinto vasco.
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