viernes, febrero 02, 2007

Tonia Etxarri, La vida sigue igual

sabado 3 de febrero de 2007
La vida sigue igual
TONIA ETXARRI
La herencia que dejó el atentado de ETA no ha podido ser más envenenada. Desde que la banda terrorista 'torció' el proceso de negociación con el Gobierno, parece que este barco sigue a la deriva. Están tan cruzados los intereses partidistas (¿se conoce, por cierto, a algún partido que no tenga intereses partidistas?) que el Gobierno sigue al albur de los vientos. Si el popular Rajoy se manifiesta convencido de que Zapatero sigue buscando su segunda oportunidad para seguir negociando con ETA mientras el Partido Socialista de Euskadi mantiene contactos con Batasuna, se desata una tormenta. Los dirigentes socialistas ven, en este tipo de mensajes, una intención del PP de «calentar» el ambiente previo a la manifestación convocada para hoy en Madrid por el Foro de Ermua. Pero si son los propios portavoces de la ilegalizada Batasuna (izquierda abertzale, según el último auto del juez Garzón) quienes sostienen que los contactos siguen produciéndose, cunde el desconcierto. Los socialistas más despegados del 'aparato' reconocen que, «si Batasuna insiste, será que los puentes no están rotos» y, aunque López se empeñe en «negar la mayor» y desmentir rotundamente a los portavoces del entorno de ETA, surge un problema: el de la credibilidad. Han pasado demasiadas cosas en los últimos meses del proceso entre contactos mantenidos pero desmentidos, reuniones con luz, taquígrafos y GPS reconocidas cuando no ha habido más remedio, intercambio de miradas para persuadir a quienes han vivido treinta años de justificar la existencia de ETA de que dejen de perder el tiempo, como para que ahora la ciudadanía admita que le toca «chuparse el dedo». Y lo peor que puede pasar en esta coyuntura es que reine la desconfianza. Mientras Blanco trata de echar una mano al lehendakari porque «si habló con Batasuna fue para contribuir a la paz», el presidente Zapatero entre silencios calculados y declaraciones poco alentadoras para los jueces vascos, ha preferido rescatar a Ibarretxe del papel secundario al que le había empujado el protagonismo del presidente del PNV, Josu Jon Imaz. Tan nacionalista como él, por cierto, cuando habla de la conveniencia de «cautivar a España» (se entiende que en una relación bilateral, de igual a igual, tal como proponía el plan Ibarretxe) pero tan hábil y menos fanático a la hora de reconocer que, «ahora», no se puede buscar el final dialogado con ETA. Una conclusión a la que han ido llegando tantos ciudadanos que en su día defendieron la vía de la negociación y que, con el paso del tiempo y al comprobar el abuso de la banda terrorista cada vez que algún gobierno decide creerle, suscriben esa misma frase del presidente del PNV. Con un matiz: suprimiendo el adverbio de tiempo. t.etxarri@diario-elcorreo.com

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