jueves, febrero 01, 2007

Santi Lucas, Los tomates de Wolfowitz

Los tomates de Wolfowitz
Santi Lucas

2 de febrero de 2007. El Banco Mundial es un robusto organismo de las Naciones Unidas, integrado por más de 180 países, con sede en Washington, cuyo objetivo principal es combatir la pobreza mediante la concesión de préstamos a un bajo interés y otras ayudas económicas. Su décimo presidente es, desde el año 2005, el norteamericano Paul Wolfowitz. Durante una reciente visita a una mezquita de Turquía, Wolfowitz mostró al descalzarse unos vulgares y llamativos tomates en la punta de sus calcetines que oreaban humildemente los dedos gordos de los pies. La curiosa, rara e hilarante imagen, captada con oportunidad y reproducida con profusión, ha dado la vuelta al mundo.Esta anécdota ha convertido a un hombre muy importante, de apellido abstruso y con poco conocimiento entre el público común, en una persona popular, objeto de un sinfín de comentarios informales, atenciones mediáticas, observaciones burlonas, juicios de conducta social, bromas sobre modales, pero escasos reproches de fondo y no poca complicidad en el pueblo llano. El que esté libre de esconder alguna vez un tomate en sus calcetines que haga la primera crítica. Lo que nos ha sorprendido, lógicamente, es que un banquero del mundo mundial como es éste, con un pastón mareante de sueldo como el que le suponemos que cobra, con diligentes asesores personales de todos los colores y miramientos, tenga un descuido parecido ante los focos. El poderoso financiero Wolfowitz se ha hermanado aunque sea efímeramente con el resto de los mortales en la desgracia de alargar la vida de los calcetines más de la cuenta, con el agravante de que ahora nadie zurce los agujeros.Pero, ¿quién nos dice que no lo ha hecho adrede para llamar la atención sobre la precariedad de los clientes de su Banco y para solidarizarse con las personas que menos calceta hacen? Por un instante, Wolfowitz fue uno más de nosotros, expuesto como todos a cometer un fallo indumentario, poseedor como millones de seres humanos de un par de calcetines gastados que se resiste a tirar, potencial beneficiario de un crédito blando.Para no parecernos del todo y evitar una idea errónea de las enormes distancias que nos separan con el tal Wolfowitz, hay que decir que cuando se puso de nuevo los zapatos y desaparecieron los tomates de la vista y la foto de los periódicos, él volvió a ser el pudiente, ventoso e inaccesible gestor capitalista que era antes, y los demás volvimos también a nuestros ramplones quehaceres diarios. Tomate para hoy y hambre para mañana.

No hay comentarios: