domingo, febrero 04, 2007

Salto cualitativo del PP

lunes 5 de febrero de 2007
Salto cualitativo del PP
LA estimación de voto que se desprende del barómetro de invierno elaborado por Metroscopia para ABC ofrece un resultado inequívoco: el PP adelanta al PSOE, con una ventaja de 2.6 puntos, rompiendo así el empate técnico que registraban los últimos sondeos. Se trata del voto válido probable estimado, un indicador más preciso que la intención directa de voto, en la que los socialistas se sitúan todavía por delante con 3.1 puntos, que es, por cierto, la ventaja más corta desde marzo de 2004; por citar un ejemplo significativo, es ahora tres veces menor que en octubre pasado. La trayectoria de Zapatero es descendente incluso entre quienes se declaran votantes del PSOE en un proceso acelerado que le lleva a perder 0.4 puntos en ese sector desde el último barómetro. En cambio, Rajoy gana fuerza entre los suyos, si bien al líder popular le falta todavía un impulso ante el conjunto de los electores para sacar mayor provecho de la debilidad del presidente del Gobierno. Es llamativa, en todo caso, la proyección que muestra el Partido Popular, más allá de consideraciones concretas sobre el liderazgo. Muchos miles de españoles parecen convencidos de que el centro-derecha ofrece un mensaje sólido y coherente, orientado hacia los problemas que preocupan de verdad a los ciudadanos y lejos del desconcierto que se apodera de un Ejecutivo cada vez con menos peso específico.
Hay otros datos de máximo interés. Buena parte del electorado marca distancias respecto a la clase política, en la medida en que sólo un 62 por ciento de los encuestados tiene clara su intención de votar. Esta atonía podría ser comprensible en una situación política estable, pero resulta llamativa cuando están en juego cuestiones cruciales como la organización territorial o la lucha contra el terrorismo. La gente está cansada de actitudes partidistas y exige soluciones rigurosas más allá del oportunismo coyuntural. De hecho, la gestión del Gobierno sigue cayendo en su valoración: todavía consigue un aprobado mínimo (5.0, una décima inferior a la del barómetro anterior), pero se trata ya de la puntuación más baja de toda la serie. Gobernar es algo más que planear operaciones para excluir al adversario y tácticas para mantenerse en el poder. Zapatero tiene que tomar decisiones y acabar con esa absurda táctica «buenista» que consiste en decir a todo y a todos que «sí», excepto cuando se trata del principal partido de la oposición. De lo contrario, es probable que aumente el desencuentro entre los ciudadanos y la clase política, con grave daño para la legitimidad del sistema democrático. El barómetro ofrece, por tanto, serios elementos para la reflexión.
Además, empieza a traducirse en datos tangibles la evidencia de que los populares están ganando una importante batalla en la calle, dato inequívoco que avala la proyección del PP y el desgaste de Zapatero. Así lo demuestra el éxito espectacular de la manifestación convocada por el Foro de Ermua, respaldada por la cúpula del PP mientras que el PSOE era incapaz de responder a este llamamiento inequívoco contra ETA. Alguien debería analizar en La Moncloa y en Ferraz el porqué de la diferencia cuantitativa y cualitativa entre la manifestación de este fin de semana y la del pasado 13 de enero.
Pero también en Génova hay buenos motivos para actualizar la estrategia. Una ventaja cercana a los tres puntos no supone, ni mucho menos, un triunfo por mayoría absoluta, de manera que el PP debe redoblar sus esfuerzos por abrir cauces de diálogo con partidos afines y superar el aislamiento que los socialistas pretenden imponerle. La situación en Cataluña permite una expectativa razonable de entendimiento con CiU y el mapa abierto ante las elecciones autonómicas invita, por ejemplo, a aproximaciones a Coalición Canaria. El sólido programa liberal y centrista planteado por el PP en Toledo -repleto de propuestas y alternativas a un programa socialista que se ha descubierto más vacío y conflictivo de lo que era de esperar- se formula como un espacio abierto al pacto en diferentes ámbitos y niveles. En cierto modo, el propio PP tiene que llegar a creerse que cuenta con serias posibilidades de ganar las próximas elecciones si sabe jugar con habilidad las cartas y formula sus propuestas sin rigidez ni dogmatismo.

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