miércoles, febrero 07, 2007

Kepa Aulestia, Subterfugio

jueves 8 de febrero de 2007
Subterfugio
KEPA AULESTIA

Los dirigentes de Batasuna designados como «comisión negociadora de la izquierda abertzale» ofrecieron ayer la enésima versión de su opción por la territorialidad y la autodeterminación, situando la primera como paso previo para la segunda, y la segunda como condición de acceso a la primera. Así, una nueva 'Autonomía Política', integrando al País Vasco y a Navarra, se convertiría en el ámbito territorial unificado en el que «la ciudadanía de los cuatro territorios» ejercería su capacidad de decidir, defender y materializar todos los proyectos, incluido el independentista. Pero para su conformación sería imprescindible «la aprobación mayoritaria de la ciudadanía tanto de la Comunidad Autónoma Vasca como de la Comunidad Foral de Navarra». Que la izquierda abertzale no se decida entre el huevo o la gallina, entre la territorialidad o la autodeterminación, para abrir la puerta a su proyecto no es un rasgo de indefinición sino de identificación plena entre un objetivo y otro. El de ayer es un canto tentador para el resto del nacionalismo. Ya se sabe: en cada intento negociador, cada vez que le flaquea la complicidad con el poder central, la izquierda abertzale vuelve sus ojos hacia el resto de los nacionalistas para tratar de «acumular fuerzas» con ellos, a la espera de una nueva oportunidad. Si éste es el máximo movimiento que puede realizar Batasuna para recuperarse del unánime rechazo que cosecharon ETA y la izquierda abertzale con el atentado de Barajas, su pretensión no va más allá de tratar de desbaratar la oposición jeltzale y dejar en las crónicas el subterfugio de esa 'autonomía política' que, en palabras de Arnaldo Otegi, formaría parte -se supone que por ahora- del Estado español. El autoengaño batasuno puede hacerles creer en su magnanimidad; en que tampoco piden nada inalcanzable a cambio de algo tan preciado como la paz. Se trata de una derivación sofisticada, en cuanto cínica, del matonismo. La propuesta, en sí misma, constituye una amenaza: de no ser atendida, la violencia continuará. Las posturas más críticas con la gestión gubernamental del 'proceso' han insistido en que no cabe cesión política alguna a cambio de la paz. En realidad la subcultura en que se mueve la izquierda abertzale no alcanza a ofrecer tanto. Puesto que en ningún momento han llegado a mentar siquiera la eventualidad de que la violencia desaparezca definitivamente, y mucho menos que desaparezca ETA. Todo sigue igual en la izquierda abertzale, porque es este último déficit lo que sitúa cualquier oferta de ETA-Batasuna fuera de lo democráticamente admisible, y lo que vuelve temeraria cualquier aproximación a dicho binomio.

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