jueves, febrero 08, 2007

El error del Gobierno fue creer que ETA iba a dejar las armas a cambio de nada

jueves 8 de febrero de 2007
El error del Gobierno fue creer que ETA iba a dejar las armas a cambio de nada»
Carlos Fernández de Casadevante, catedrático de Derecho Internacional, cree que el proceso no era viable porque «estaba tutelado» por ETA. Crítico con la Iglesia vasca, dice que "echo de menos como creyente y cristiano la caridad y el amor, en el sentido evangélico, hacia las víctimas del terrorismo. Ahora que se plantea la reconciliación, ellos deben hacer acto de contrición y reconocer su pecado".Carlos Fernández de Casadevante (Irun, 1956), catedrático de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, aborda en su último libro, La nación sin ciudadanos: el dilema del País Vasco (Editorial Dilex), la situación vasca. El ex catedrático de la UPV y ex presidente del Real Unión critica duramente en la obra el papel del nacionalismo vasco y cree que «no habrá solución para el País Vasco mientras ETA no deje la violencia». -¿Cómo refleja su libro la situación política vasca? -Abordo las falsedades y mentiras en las que se basa el discurso del nacionalismo vasco para defender un determinado proyecto político compartido desde ETA a los demás: un País Vasco independiente. Utilizan como argumentos el derecho de autodeterminación, que en la UE cualquier proyecto político es defendible y que todos los proyectos son legítimos. Y en este ensayo lo que hago es poner de manifiesto que estas tres afirmaciones son falsas. -¿Por qué ? -Porque la autodeterminación en su dimensión externa, para crear un Estado, no existe en el derecho internacional, excepto para tres situaciones: colonias (Timor Oriental), territorios ocupados por Estados (Palestina y Sahara Occidental); y la autodeterminación externa en el supuesto de Estados no respetuosos de los derechos humanos y con gobiernos que excluyen a parte de la población. Ninguno de esos supuestos se da en el País Vasco, donde existe un sistema autonómico gobernado por el nacionalismo vasco desde sus inicios. -El nacionalismo cita como ejemplo Montenegro. -Es erróneo. El derecho de autodeterminación estaba pactado entre Serbia y Montenegro tras desmoronarse Yugoslavia. Siguieron juntas pero pactando que al cabo de dos años Montenegro se pronunciaría sobre si quiere o no la independencia. No es como consecuencia de la autodeterminación reconocida por el derecho internacional, sino como consecuencia de esa autodeterminación prevista en su Constitución, como ocurría también en la URSS. Si en la Constitución española estuviera recogida la autodeterminación no habría nada que objetar. -¿Por qué sostiene en su libro que en la Unión Europea no es defendible cualquier idea? -El nacionalismo dice que no hay problema para admitir un Estado vasco en la UE. Pero se olvida que hacen falta una serie de requisitos: ser un Estado democrático, respetar los derechos de las personas y del Estado de Derecho. No todo el que quiere puede entrar. Turquía quiere y no está pudiendo. Croacia quiere y han parado las negociaciones por no colaborar con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. Y la admisión del nuevo miembro debe ser aceptada por todos los miembros, incluidos España y Francia. -¿Por qué dice que no todas las ideas y proyectos son legítimos? -El nacionalismo esgrime que todas las ideas son legítimas para acoger a Batasuna en su seno. Pero no todas las ideas y proyectos son legítimos porque hace falta ser un Estado democrático y respetuoso, por lo que proyectos xenófobos, genocidas, que recurren a la violencia, totalitarios, fascistas, no son admitidos. La prueba más evidente es la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ante el que Batasuna ha recurrido su ilegalización, que ha sentenciado que la ilegalización de partidos no viola el convenio de Derechos Humanos, en alusión al Partido de la Prosperidad de Turquía, que pretendía imponer la ley islámica. -¿Qué se puede hacer para encajar la pluralidad de sentimientos nacionales en Euskadi? -El problema fundamental es que todo el nacionalismo vasco en su conjunto no admite esa pluralidad y no considera vascos con derechos y libertades a aquéllos no nacionalistas. No me vale que Imaz hable de la nación cívica y del nacionalismo amable y de que todos somos necesarios, cuando no se refleja en los hechos. -¿Qué marco político podría dejar cómodos a todos? -Hay dos problemas básicos: la no asunción de la pluralidad y pretender satisfacer a una minoría violenta que no acepta las reglas adoptadas por una amplía mayoría de vascos que aprobamos el Estatuto. Esa minoría no acepta otro resultado que un proyecto político independentista de un Estado vasco, y si no le das la razón esto no acaba nunca, como es evidente que no acaba. -¿Cómo ve la situación tras el atentado de Barajas? -Nunca he compartido el optimismo de quienes pensaban que esto podía acabar bien. Parece que la gente y muchos políticos no quieren ver la realidad, que es que ETA nunca dijo que abandonaba la violencia. Ahora se caen algunos de la nube. Sin violencia son incapaces de defender su proyecto porque sólo juegan para ganar. Como si fuera un partido de fútbol en el que sólo se acepta el resultado si gana uno. Eso no es la democracia y yo creo sinceramente que no hay solución para este país, lo digo claramente, mientras no se admita que es una sociedad plural y ETA no decida dejar la violencia. -¿Cree que el Gobierno ha gestionado bien la situación? -El Gobierno ha cometido un error gravísimo, que ha sido creer que ETA iba a dejar las armas a cambio de nada. Es evidente que desde que comenzó, ejerce el terrorismo para un objetivo político, la independencia, como le han recordado ETA y Batasuna durante todo este tiempo reclamando la autodeterminación y la territorialidad. Y el Gobierno no ha querido ver los signos. Ni él ni los demás, sólo el PP. El Gobierno viene a repartir rosas aquí cada cuatro años y en las capitales, no en los pueblos. No tiene ni idea de lo que es el País Vasco. -¿Se ha perdido una oportunidad? -¿Por qué había ilusión? Porque todos teníamos ganas de que esto se acabe y a mucha gente le tranquilizaba sus conciencias de plantearse si son pasivos o activos. Al declarar un alto el fuego permanente, ETA decía que no dejaba las armas y que tutelaba el proceso. Así no se pueda hacer algo, porque si no les gusta van a volver a poner bombas. «Ahora puedo trabajar en libertad» Se marchó de Euskadi en 1998 por amenazas y, aunque suele venir con regularidad, no se plantea una vuelta definitiva. En su libro lamenta «la falta de solidaridad de mucha gente» y critica el papel de la Iglesia vasca. -¿Cómo ha vivido este tiempo fuera del País Vasco? -Los primeros años, muy duramente. Te vas solo, dejas todo aquí. Estás solo en Madrid, con mucha rabia dentro por una situación de injusticia y por la falta de solidaridad de mucha gente. Pero pasados estos años de duelo, luego muy bien, porque ahora puedo trabajar en libertad, sin estar pendiente de si lo que digo me va a ocasionar problemas o no. -¿Se ha planteado volver? -No voy a volver. Desde luego a la universidad no. Después de ocho años casi nada ha cambiado, ni aquí ni en la UPV. Cambian los equipos rectorales pero la preocupación continúa siendo atender a los alumnos presos, mientras los profesores amenazados viven su situación en soledad. -¿Qué ha aprendido en este tiempo? -Que hay muy poca gente que vale la pena, que se cuentan con los dedos de las manos las personas que realmente te quieren y son solidarias, y que siguen la soledad, el dolor y el sufrimiento de las víctimas del terrorismo, que continúan aquí, viendo cómo los que han ocasionado o promovido ese dolor siguen paseándose tan tranquilos por las calles. -Es crítico con el papel de la Iglesia vasca. -No dudo de que condena la violencia, pero echo de menos como creyente y cristiano la caridad y el amor, en el sentido evangélico, hacia las víctimas del terrorismo. No hay ninguna pastoral sobre víctimas, excepcionalmente se escucha una oración por las víctimas... Ahora que se plantea la reconciliación, ellos deben hacer acto de contrición y reconocer su pecado. La Iglesia de aquí debe decidir a quién sigue, si a Jesucristo o al dios Patria vasca. EL DIARIO VASCO, 6/2/2007

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