jueves, febrero 08, 2007

Demetrio, Ahi afuera no se esta perdiendo nada

viernes 9 de febrero de 20007
DEMETRIO PELÁEZ CASAL
AILOLAILO
Ahí afuera no se está perdiendo nada
Irse a vivir a un coche y pasar en su interior las 24 horas del día, o casi, para estudiar unas oposiciones del Sergas no parece, así a priori, una conducta muy normal, pero la chica misteriosa que ha convertido su pequeño automóvil en una especie de biblioteca y que aprovecha la luz de las farolas para chapar por la noche tiene muchas más cosas que contar, seguro, y mucho más interesantes, sin duda, que cualquier estudiante al uso. Lo malo es que no dice ni mu ni quiere saber nada del mundo exterior.
¿Le patinan algo las neuronas a la joven opositora que pasó la reciente ola de frío metida en su utilitario y sigue allí esperando el temporal que se avecina? Es posible, aunque todo indica que no más que a muchos de nosotros. A fin de cuentas, ¿no estamos de psiquiátrico los millones de españoles que seguimos cada semana Frijolito o las paridas de la teletienda? ¿Y los que se hacen tres operaciones de cirugía estética al mes? ¿Y los que hacen puenting? ¿Y quienes comparan a Penélope Cruz con Audrey Hepburn?
Una cosa está clara, y es que nunca sabes cuando te va a sobrevenir el punto de chaladura que te hace cambiar la lectura por la televisión basura, el confort de una casa calentita por la nostalgia del barro, el Audi molón por la Harley con flecos, la ópera por el rap o el rap por la ópera. Una genial canción de los Bootown Rats, por supuesto también de los geniales 80, cuando todos éramos un poco menos bobos, cuenta la historia de una adolescente californiana que, pasado el fin de semana, vuelve al instituto y se lía a tiros con sus compañeros y profesores. Nadie entiende qué pudo pasarle a esa chica para cometer semejante locura y la policía y los psicólogos no paran de preguntarle: "Di por qué". Pero por toda respuesta encontraron: "I dont´t like mondays", es decir, "no me gustan los lunes". O sea, un chorrada, o quizá no tanto.
Salvando las distancias, es posible que a nuestra chica misteriosa tampoco le gusten los lunes, ni los martes, ni la tele, ni siquiera las oposiciones que está estudiando, y que, en vez de liarse a tiros o inflarse a pastillas, decidió encerrarse en su coche y estudiar bajo las farolas. Hace bien. A nadie hace daño, y ahí afuera tampoco se está perdiendo nada extraordinario.

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