viernes, febrero 22, 2008

Lorenzo Contreras, Cuando la historia se repite

viernes 22 de febrero de 2008
Cuando la historia se repite

Lorenzo Contreras
Ya que no pródiga en circunstancias felices, la vida política es rica en acontecimientos que apartan la atención común de las “grandes realidades” que los partidos crean o tratan de imponer. Lo normal ahora es que los medios, sobre todo los audiovisuales, bombardeen a la opinión pública con discursos y mítines dirigidos a determinar el sentido del voto en las próximas urnas de marzo. Pero a veces surgen incidentes y episodios que roban esa curiosidad y la dirigen hacia las viejas constantes de la vida. Por ejemplo, una colisión de criterios entre tribunales que libra de la cárcel o del castigo penal a unos ciudadanos poderosos, cual es el caso de la discrepancia —una más— entre el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional que ha servido para que “los Albertos” famosos no tengan que responder penitenciariamente, ni de ninguna otra manera, de los oscuros negocios de Urbanor, más conocidos como el escándalo de las Torres Kio.
También sucede, como acabamos de ver, que los llamados “jóvenes antisistema” revientan discursos o comparecencias de figuras políticas en actos propios del tiempo que ahora transcurre. Ha sido el caso de Rosa Díez, la socialista disidente, cuando ha intentado pronunciar una conferencia de propaganda electoral en la madrileña Universidad Complutense. Un caso que se suma al parecido boicot que sufrieron las candidatas del PP, María San Gil, en Santiago de Compostela, y Dolors Nadal, en Barcelona, amenazadas y coaccionadas por fascistas de izquierda y fascistas nacionalistas que, paradójicamente, utilizaban procedimientos violentos, y por consiguiente facciosos, para acusar a las intervinientes de lo mismo que esos reventadores demostraban ser.

En el primer caso, el de “los Albertos” (Cortina y Alcocer), se ha repetido un fenómeno que la historia remonta a los tiempos de la Roma clásica. Cuenta Theodor Mommsen, en su monumental Historia de Roma, que, a la muerte del dictador Sila, los grupos que se disputaban el poder, dejado en herencia más o menos libre, se organizaron en heterias, lo que hoy llamaríamos sociedades secretas o más propiamente grupos de presión. Y dice el historiador alemán, escribiendo en presente histórico, que entonces “la heteria decide la elección, ordena la acusación, guía la defensa, gana al abogado de nombradía, y en caso de necesidad negocia con el empresario que trafica en gran escala los votos de los jueces”. Valga esta cita, a la luz del desenlace del “caso Kio”, para indicar que en todo tiempo se cocieron habas, y los romanos lo hicieron con tal perfección que marcaron pautas susceptibles de invadir también el siglo XXI.

En cuanto a los incidentes padecidos por Rosa Díez en la Universidad Complutense, llama la atención que el rector, Carlos Berzosa, de temple socialista y probablemente también de ideología y carné, no autorizara la presencia de la fuerza pública para proteger y amparar el derecho de su antigua correligionaria o compañera de ideas, hoy fuera del PSOE y candidata del nuevo partido Unión Progreso y Democracia (UPyD).

Según alguna versión, el “abstencionista” Berzosa adujo que reclamar la presencia policial en determinado grado podría deteriorar más todavía una situación que ya controlaba, en forma de escolta de la candidata, una decena de policías nacionales. La actitud del rector podría responder a un antiguo celo institucional por preservar al alma mater de profanaciones de su recinto. En tiempos del franquismo, la Universidad concentraba una buena parte de la rebeldía contra la dictadura. Y entonces solía ocurrir que los rectores salieran en alguna ocasión, físicamente, en defensa de los estudiantes. Esto ocurrió en cierta ocasión con D. Leonardo Prieto Castro, catedrático de la Facultad de Derecho. Los policías, entonces llamados “grises”, enchufaron mangueras de agua entintada contra la masa estudiantil que asomaba del recinto. El pulcro y atildado don Leonardo fue alcanzado de lleno por el impúdico chorro, y resultó en toda su figura e indumentaria pintado de verde.

Los reventadores de la conferencia de Rosa Díez han repetido la historia a su manera.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=22/02/2008&name=contreras

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