lunes 4 de febrero de 2008
Zapatero no es de fiar
Manuel Martín Ferrand
“No confiéis a los cuidados de un insensato
los bienes cuya guarda os haya confiado Dios”
(Corán, IV, 4)
Durante el acto de presentación de candidatos del PP al Parlamento de Andalucía, a cuya presidencia vuelve a aspirar Javier Arenas, Mariano Rajoy dijo, sin citarme, algo que he escrito docenas de veces: “Zapatero no es de fiar”. No le reclamaré a mi paisano derechos de autor. La frase no es la expresión de una idea, sino la constatación de una conducta, y es, por ello mismo, un bien mostrenco. Zapatero es un insensato elevado a la Moncloa por la conjunción de dos desgraciados factores, las desavenencias internas en el PSOE y los efectos del 11-M. No es de fiar; pero, a poco más de treinta días de las próximas elecciones, lo que debiera inquietar al líder del PP no es la escasa —o nula— confianza que merece su antagonista, sino la que él mismo puede ofrecer a los españoles.
“El problema de esta legislatura —como también dijo Rajoy en el acto señalado— no ha sido de ideología sino de sentido común.” Así tiene que ser cuando el único rumbo que dirige la acción de un Gobierno es su sostenimiento en el poder. Aunque sea pagando el precio del descoyuntamiento del Estado, la fragmentación de una Nación en un montón de nacioncitas y el olvido de un mínimo imprescindible de sentido patriótico.
Dado que el “proceso de paz”, columna central del trabajo político de Zapatero en esta legislatura —una espiral repleta de engaños—, y la “memoria histórica”, su guarnición sentimental, no son materia suficiente para una apariencia ideológica, habrá que recurrir a la “alianza de civilizaciones” —ese gran despropósito— para tratar de adivinar el espíritu que anima a un personaje tan hueco y variable como es, a todas luces, el líder socialista. Por eso he buscado en el Corán, teniendo más a mano el Evangelio, la cita que abre hoy esta columna. Le hemos encomendado a un insensato el cuidado de nuestro mayor bien ciudadano, una Constitución que, aunque chapucera, nos sirvió para salir de una etapa que es mejor olvidar y enfrentarnos a un futuro que se está despilfarrando sin más utilidad que la de la continuidad del insensato al frente del Gobierno de España.
Los últimos y forzados enfrentamientos de Zapatero con (parte de) la cabeza de la Conferencia Episcopal son una pirueta más de naturaleza electoral. No es, o no es solamente, lo que dice Rajoy, que “Zapatero está preso de un ataque de nervios”. Es la búsqueda del voto en todos los pliegues de las pasiones, por negativas que resulten, del espíritu español. El anticlericalismo, aquí, viene de lejos, y esta ocasión, en que la mitra no ha lucido el talento con el que suele actuar, le ha resultado pintiparada al PSOE para, según la tradicional costumbre de ir, alternativamente, delante o detrás de los curas, correr detrás de ellos. Tiene su público.
Frente a un PSOE que se ha quitado de encima a muchos de sus mejores nombres y que lidera un necio, tenemos un PP encabezado por un capricho del dedo índice de José María Aznar y acompañado mayoritariamente por una tropa de funcionarios partitocráticos. No es un momento ilusionante. Además, desde una contemplación democrática, no cabe admitir que la ciudadanía se pueda equivocar con sus votos. Ni siquiera con una norma electoral tan peregrina como la que nos asiste.
Dejando a un lado los partidos nacionalistas, que son otra cosa y no necesariamente convergen en el punto común del interés de la Nación española, y en la consideración de que lo que queda de IU, y de lo que en algún momento pudo significar, no es relevante, hay que empezar a pensar en los partidos emergentes, en Ciudadanos y en Unión, Progreso y Desarrollo, UPD, el que encabeza Rosa Díez, la primera mujer en la Historia de España que aspira a la presidencia del Gobierno. Cuando una puerta se cierra, otra se abre y, repito, Zapatero no es de fiar.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=04/02/2008&name=ferrand
lunes, febrero 04, 2008
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