lunes, octubre 22, 2007

Xavier Navaza, Los santos sufridores del Benegá

martes 23 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
Los santos sufridores del Benegá

Sostiene el coronel, con una bondad digna del titular de la abadía, que "estamos en un contexto un poco frágil, pero muy convulso" y que las cosas incluso pueden ir a peor. O a mejor, según: "Todo depende de lo que pase en los próximos cuatro meses", es decir, de aquí a las elecciones del próximo mes de marzo: los idus principales del año 2008. Francisco Rodríguez se ha sincerado este fin de semana con Laura Grandal, de la AGN, y concluye que "hay cosas que parte del Gobierno boicotea y que acaban haciéndose con un retraso muy grande, porque hay que pelear".
¿A qué parte del Gobierno se refiere? Evidentemente, a la parte socialista, a la que acusa de poner piedras en el camino de Anxo Quintana en aquellas iniciativas que podrían resultarle más rentables al Bloque Nacionalista Galego, una vez metidos en harina electoral: Es lo que acontece", indica, "con la aplicación de la Ley de Dependencia": "Si hay que aplicarla", se pregunta, "¿qué más da que la aplique una consellería del BNG? Pues no, para que no se note, en vez de hacer las cosas este año se hacen un año más tarde".
O sea, que los atrasos -sentencia el diputado nacionalista- se deben "porque no se quiere tanto que el Gobierno funcione como a ver quién es el que se beneficia de la imagen social de cada asunto". En sus palabras está la radiografía del comportamiento real del Gabinete que preside Emilio Pérez Touriño y vicepreside el joven Quin: un gabinete donde se consume más tiempo en pergeñar contratiempos al socio que en sacar adelante algunos impulsos de notable contenido social.
Y quien lo dice es, quizás, la persona que goza de mayor ascendente ideológico en la actual estructura de poder de la gran coalición, pero lo hace con tan buenas palabras que al final parece que los lanzarotes del Benegá: "Las cosas", dice, "irán mejorando con el tiempo: no es todo como debiera ser, pero hay que reconocer que al menos non se da ningún espectáculo esperpéntico... aunque hay tensiones".
Cómo pasa el tiempo. No hace mucho, el coronel habría ordenado zafarrancho de combate en la sala de banderas de la UPG, después de elegir, uno a uno, a sus enemigos, por orden de importancia. Hoy, no. Le basta con señalar el problema y esperar, con paciencia digna del santo Job, que una vez pasado el desafío de los comicios generales de marzo, los socialistas volverán a su talante plurinacional y harán más gratas sus veladas con los periféricos que habitan el finisterre de la Unión.
Entre tanto, se les puede perdonar casi todo; incluso que compitan con el PP por ver quien ejerce con mayor ardor guerrero la defensa de las esencias de la España profunda: "Estamos en un período preelectoral y la presión de lo más reaccionario del Estado español conduce a un callejón donde parece que es pecado ejercer cualquier planteamiento democrático y abierto". Rodríguez añade: "Está produciéndose unha involución, de ahí que parezca que haya una competencia entre PSOE y PP por ver quién de los dos es más español". Vaya, que no llegará la sangre al río, sugiere el coronel, confiando en que -una vez superada la magnética y excitante odisea electoral- los chicos de José Luis Rodríguez Zapatero volverán al añorado hogar de los plurinacionales. Entre tanto, mientras la costa de Ítaca no aparece en el horizonte, toca sufrir con resignación.
GALESCOLAS
Castrillo se sale del guión
Normal, que un alcalde reclamen para su propio ámbito territorial la gestión de los servicios sociales, de modo especial en materia de galescolas y en la aplicación de la Ley de Dependencia. Que coincidan Xosé Crespo, alcalde de Lalín, y el socialista Manuel Lagares, ex alcalde de Betanzos, no es milagro. Lo curioso es que -en contra del criterio de Anxo Quintana y su equipo- el ex alcalde Vigo, el nacionalista Lois P. Castrillo, defienda la posición de Crespo. Habrá anatema
EL MENDICANTE
"Tête à tête" en la Moncloa
Alberto Núñez Feijóo, líder del PPdeG, le recomienda al vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, que se abstenga de dar "charlas de fin de semana" y que antes de pronunciarse sobre asuntos de enjundia autonómica "hable con Emilio Pérez Touriño". Es un buen consejo, aunque lleve consigo una carga extra de vitriolo. El alaricano corre el riesgo de frivolizar su mensaje si insiste en estar permanentemente en el punto de mira de los mass media, tal vez para contrarrestar la omnímoda presencia de don Emilio. Esa carta, por ejemplo, en la que el segundo de a bordo del Gobierno galaico solicita un tête à tête con José Luis Rodríguez Zapatero para hablar de la transferencia de Tráfico, puede volverse en su contra: un nuevo mentís -y ZP no tiene por qué volverse atrás en lo que dijo ante el Senado- sólo serviría para subrayar el escaso peso político del joven Quin en el sacta santorum de la nación española, su posición mendicante al viejo estilo

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