jueves, octubre 04, 2007

Villacañas, Seis apuntaciones correlacionadas

viernes 5 de octubre de 2007
Seis apuntaciones correlacionadas
Antonio Castro Villacañas
F ÉLIX ARBOLÍ, de sobra conocido por los lectores de nuestro entrañable "Vistazo" gracias a sus numerosos artículos, todos ellos cargados de pasión, razones, buenas y bellas palabras, inquietud por el momento actual e intuición del futuro, publicó hace un par de semanas uno dedicado a ciertos recuerdos del pasado, varios matices del presente y algunos presagios del mañana inmediato, que tuvo la atención de brindarnos a Ismael Medina y a mí, movido sin duda más por el afecto personal que por cualquier otra causa. "Isma", nuestro semanal maestro, siempre atento a escarbar el hoy, ya ha respondido a dicho brindis con su habitual calidad periodística, como sin duda habrán apreciado nuestros lectores. Yo, que por diversas razones soy menos ágil, lo hago ahora, enriquecido con lo que he podido leer en los escritos de tan queridos amigos y colegas y en los comentarios de sus lectores. Allá van, pues, las apuntaciones que me sugiere el foro abierto por Félix Arbolí. 1) Sobre José Antonio. Cualquiera que estudie sin prejuicios la historia del siglo XX español no podrá pasar por alto la figura de este joven abogado y político, puesto que desde el año 1930 -en que, cuando él tenía 27, apareció en la escena pública- hasta el 1936 -fecha de su trágica e injusta muerte- su personalidad se fue abriendo paso poco a poco en ambos ruedos ibéricos hasta conseguir ser tenido en ellos como uno de sus primeros espadas, lo que significaba tanto como atraer sobre sí la atención de críticos especializados, admiradores, amigos, enemigos, detractores, seguidores... Atención que, con diferentes matices de intensidad y eficacia, se ha mantenido desde 1936 hasta hoy -es decir, a lo largo de 70 años-, en contra de lo sucedido a sus contemporáneos rivales, todos ellos hundidos en el pozo de la indiferencia o el desprecio. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, reza el saber popular, y algo por tanto debe tener la figura política de José Antonio cuando con gran éxito de lectores acaban de editarse sus verdaderas Obras Completas; cuando la tienen como seña más de dos organizaciones juveniles; y cuando cientos de miles de españoles consideramos válido su ejemplo humano y sugerentes sus intuiciones políticas para la necesaria reforma del orden social vigente hoy en el mundo. Dicho esto, creo oportuno apuntar que José Antonio tenía una formación más jurídica que política y una mayor vocación inicial por el mundo del derecho que por el de la actividad pública. El motor de su gran cambio vital fue el triste espectáculo ofrecido por el no menos decisivo cambio de las circunstancias concretas españolas durante el periodo histórico que incluye los últimos años de la Dictadura y los primeros de la República. Por eso si en un principio le motivó la necesidad de defender políticamente la obra y la memoria de su padre, cuando por ello hubo de personarse en la escena pública, su sensibilidad humana -herida por la realidad social que vió en Galicia y Andalucía a lo largo de las campañas que hizo para propagar la Unión Monárquica o su propia candidatura, y por la realidad política de la recién instaurada República- le condujo en muy poco tiempo, algo más de tres años, a fundar y dirigir un nuevo movimiento político contrario a todos los entonces existentes... No nos podemos engañar. José Antonio murió el 20 de noviembre de 1936, pronto hará setenta y un años, y nada ni nadie lo resucitará hasta que -como todos los humanos- sea convocado para el Juicio Final. Su corta vida no le permitió mostrar mas que breves destellos de su intuición política. No fue, no pudo llegar a ser, un pensador político. Tampoco un gobernante o un hombre de Estado. Sus Obras Completas muestran la evolución y la creciente madurez de su pensamiento, que nos ofrece sugestivas intuiciones junto a ciertos yerros o fallos. No son, nadie puede estimarlas así, una especie de Corán o Biblia que haya de seguirse al pie de la letra. Por otra parte, tanto la España como el mundo de hoy se diferencian mucho del mundo y la España que él vivió, sintió y quiso corregir... Y, sin embargo, como antes apunté, "algo" tiene su biografía, y "algo" tienen sus escritos, capaz de hacer que José Antonio no esté del todo muerto. De ningún modo puede comparársele con Gil Robles o Calvo Sotelo, o con Pablo Iglesias, Largo Caballero, Azaña o Ángel Pestaña. ¿Qué "hay" en José Antonio, qué cosa "tiene" José Antonio, válido y apta para el presente y el futuro del mundo y de España? Explicarlo con detenimiento requiere un tiempo y un espacio que superan en mucho el que tenemos en este "Vistazo". Me limito, por tanto, a señalar hoy y aquí los puntos esenciales -a mi juicio- de su persistente influjo y supervivencia. Uno es el constituir un modelo humano, entendiendo por tal que a lo largo de su vida se esforzó siempre para que su talento y su talante construyeran un modo de ser ejemplar, hasta el punto de forjar un estilo de vida personal y social digno de ser imitado. No fue un político al uso, sino un hombre básica y fundamentalmente cristiano, que se tomó muy en serio el cumplimentar en el plano de la política el trascendental segundo mandamiento de la Ley de Dios, ese que nos pide amar al prójimo como a nosotros mismos, ya que es nuestro hermano... Dejo a los lectores que profundicen en las consecuencias políticas y sociales que puede tener el llevar a la práctica tal precepto. Añado ahora, para explicarme la presencia política de José Antonio, que de su esencial raíz cristiana nacen las ideas básicas de su visión social. Una de ellas es que el hombre, para ser persona, necesita convivir, protagonizar de algún modo la vida colectiva que se desarrolla en esa serie de celulas sociales que son las "unidades de convivencia". Por eso todas y cada una de esas formas de vida colectiva son el cauce adecuado para que el hombre participe de modo activo y responsable en la vida de las unidades de convivencia de superior nivel. Vida que siempre tiene dos objetivos: mejorar en lo posible las condiciones materiales en que viven sus componentes, y cumplir del mejor modo el destino o la misión que justifica la existencia de cada una de esas células sociales. De ahí el que José Antonio le diera tanta importancia política a la familia y el sindicato. Por ese mismo camino se llega a considerar que también son "unidades naturales de convivencia" cuantas formas sociales de convivir ha inventado el hombre a lo largo de los siglos, forzado o inspirado por las muy diversas circunstancias históricas. Una de esas formas de convivencia es cada uno de los "partidos políticos", hermandades, cofradías, clubs, etc., que el hombre elige para ayudar y tener ayuda en la tarea de hacer mejor -de algún modo- el modelo de vida colectiva en que desarrolla su existencia. José Antonio negó, en un primer momento de su acción política, la validez de los partidos. Está claro que en esto se equivocó. No dudo -teniendo en cuenta la evolución de su pensamiento y su postura- que hubiera rectificado tal negación, motivada por los malos ejemplos dados (tanto en el terreno de las ideas como en el de las prácticas) por los partidos políticos españoles durante siglo y medio, desde su aparición en la Guerra de la Independencia hasta los inicios de la Guerra de Liberación que motivaría su simultánea muerte... Resumo. Creo que José Antonio "vive" y seguirá "viviendo" merced a sus extraordinarios modos de entender y practicar lo que es el Hombre, España, la convivencia social y política, el deber individual y colectivo, el por qué y para qué existimos... Termino. Dios mediante, en próximas apuntaciones haré constar mis puntos de vista sobre los otros cinco temas (Franco, el franquismo, Falange, el falangismo, el futuro) planteados por el brindis-reto de Félix Arbolí.

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